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miércoles, 22 de septiembre de 2010

HACIA ADONDE APUNTA EL PERFIL DEMOGRÁFICO DE COSTA RICA.

Esta es la pagina del Dr. Guillermo Carvajal Alvarado, profesor de la carrera de Geografía en la Universidad de Costa Rica. El objetivo de la página es recoger parcialmente la labor investigativa del autor. El lector encontrará diferentes temas abordados siempre con rigor académico.
Los invito a leer los testimonios ofrecidos por un profesional comprometido con la academia y con la sociedad civil.

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HACIA ADONDE APUNTA EL PERFIL DEMOGRÁFICO DE COSTA RICA.


Dr. Guillermo Carvajal Alvarado

Catedrático

Universidad de Costa Rica


Lo más reciente del perfil demográfico de Costa Rica indica para el año 2002 que de las 3 700 000 personas (1 874 500 hombres y un 1 8136 100) mujeres) que se estima vivían en los 51.100 km2 que conforman en territorio emergido de Costa Rica un 56.5 % se clasifica como urbana (1) DGEC. 1998). La densidad demográfica es de 73 habitantes km2 y va en aumento. Así en 1950, era de 17 habitantes por km2. veinte años más tarde la duplicó (34) y el decenio de 1990 arrancó con 59 habitantes por km2. Aunque dicha densidad es variable según zonas, regiones, cantones y distritos. De hecho, el 50% de los cantones superan el promedio nacional, donde Tibás alcanza una densidad superior a 9400 y San José 7140 hab. / Km2.



La esperanza de vida es de 73,2 para hombres y 78 años para mujeres (promedio

75,6 años). Se prevé que la esperanza de vida desacelera su ritmo ascendente y se estabilizará durante el primer cuarto del siglo entrante en un promedio de 76.5 años en el ámbito nacional.


El tamaño de los hogares es en promedio de 4,1 personas, cifra que ha ido en descenso en la década de 1990 ya que se inició con 4,4 miembros. La tasa global de fecundidad que baja (5,0 en 1960 a 2,8 en 1996), la tendencia a mediano plazo es de 2 hijos por mujer. La tasa bruta de natalidad en descenso (50,2; 33.2; 31.2 y 27,4 en 1960. 1970. 1980 y 1990. respectivamente).


La tasa bruta de mortalidad y una tasa de mortalidad infantil en descenso, actualmente tiene una de las tasas de defunciones más baja del inundo (4 por mil habitantes). Por su parte, la mortalidad infantil es de 12 por mil nacidos vivos. La tasa promedio de crecimiento para el 1995-2000 de 2,1%, proyectándose para. 2025, una población de 5,6 millones. Un número de inmigrantes nicaragüenses en ascenso, cifras que indican que sobrepasa el millón de personas. (No hay datos oficiales)


Se considera que Costa Rica cuenta con un perfil demográfico moderno, donde el comportamiento reproductivo de la población joven que caracteriza al país junto con la creciente proporción de personas en edades activas así como de adultos mayores, determinan la coexistencia de demandas provenientes prácticamente de todos los grupos poblacionales. Lo que plantea grandes desafíos para el Estado y la sociedad. Lo anterior lo atestigua la revisión de los regímenes de pensiones en curso, el déficit de aulas para educación primaria o el aumento en el número de universidades privadas que supera las 50.


A la luz de lo fenómenos estudiados resulta claro que la evolución demográfica costarricense posee sus particularidades, que deben ser explicadas tomando en cuenta la perspectiva que brindan las historia y la geografía. De ahí la importancia de situar los problemas en su justa medida. En las últimas décadas se han esbozado generalizaciones que han dado lugar a políticas demográficas, impulsadas por seudo-científicos que, escudados en las bases de la llamada demografía pura, han inducido a políticos ingenuos a tomar medidas indebidas en el campo de la población. Así, por ejemplo, se han implementado medidas de corte anti-natalista en regiones que tienen un comportamiento demográfico muy diferente a las del Valle Central.



Pareciera que la investigación demográfica realizada hasta el presente no ha visualizado los grandes cambios que presenta la población de una región a otra; es decir, se desconoce el enfoque geográfico regional. De esta manera, la dimensión física y la conformación del te­rritorio cobran sentido en las explicaciones de los problemas demográficos. De igual manera, se olvida la perspectiva temporal, hasta el punto de que muchos demógrafos hablan de la transición demográfica, que ha sido el modelo de evolución de las sociedades de Europa Occidental y sostienen que las poblaciones per - se tienden a comportarse según la lógica del crecimiento demográfico intrínseco en este modelo.


La revisión histórica de las formas que ha asumido el crecimiento demográfico en Costa Rica, demuestra que desde finales del siglo XIX el crecimiento demográfico aumentó, pero que es sobretodo después de 1940 que la población creció a ritmos muy elevados. Ahora, este crecimiento demográfico de las últimas cinco décadas, se dio dentro de un marco de crecimiento económico y sólo quizás en los últimos 8 años los indicadores socioeconómicos han mostrado una tendencia al estancamiento, pero aquí la culpa no esta en el crecimiento demográfico sino en la estructura productiva que no aprovecha las potencialidades del recurso población.


En todo caso, no cabe duda, de que para el caso de Costa Rica el problema demográfico no es el total de población; es evidente que se trata de una sociedad subpoblada, y sobre esto no hay discusión posible. Si existe un problema de población en Costa Rica, éste tiene que ver con la forma histórica como se ha distribuido la población.


Los estudios más recientes demuestran un reforzamiento de la concentración de la población en el Valle Central. En esta región sobresale la parte más urbana, el Espacio Urbano-Metropolitano, que concentra más del 70 por ciento de toda la población urbana del país y cerca del 40 por ciento de la población total del país. A lo que hay que agregar que tan sólo el Valle Central concentra el 60 por ciento de la población de Costa Rica. De ahí que cualquier política demográfica debe, primero que todo, tener claro los desequilibrios regionales y buscar una mayor equidad en cuanto a oportunidades y mejoramiento en la calidad de vida de los habitantes de las llamadas "regiones periféricas".


Por otra parte, no se puede olvidar cuando se estudia la demografía de Costa Rica, que se trata de un país territo­rialmente pequeño (51 900 km²), con una disposición particular de su superficie, predominantemente montañoso en la parte central, con amplios valles interiores, y extensas llanuras litorales en las costas. Cualquier ampliación del ecumene, o espacio habitado, debe tomar en cuenta lo sensible que es el medio subtropical y la necesidad de proteger los recursos naturales con que cuenta el territorio.


De ahí que el proceso de asentamiento de la población deba ser necesariamente concretado. Hay muchas razones que justifican una política preventiva de creación de nuevos centros poblados. Las condiciones de inestabilidad geológica que convierten, por ejemplo, a buena parte de la región Pacífico Sur en una región poco apta para la construcción de grandes centros de poblamiento. Por otro lado, la persistencia de inundaciones, derrumbes y desastres naturales sobre las zonas muy próximas a los cauces de agua, hacen que en muchas regiones extensas áreas no sean aptas para el emplazamiento de la población.


Afortunadamente, se constata en la actualidad que el modelo histórico de ocupación del suelo ha dejado grandes cantidades de tierras cultivables al margen de la incorporación agrícola. De ahí que se pueda afirmar, sin temor a equivocarse, que el país está muy lejos de haber alcanzado índices de saturación en cuanto a la disponibilidad de superficie agrícola útil.


En este sentido, las visiones pesimistas y erradas en que se pinta a Costa Rica como un país sobrepoblado no tiene mayor asidero científico. Una de las preocupaciones de este ensayo es el de ubicar el llamado problema demográfico en su justa dimensión, es decir, como un problema social que deriva de la forma particular en que esta sociedad organiza la producción y reproducción de la existencia de la sociedad, y las vinculaciones internacionales que median y que inducen muchas de las leyes del comportamiento social, que operan en estos países.


En todo caso, resulta evidente que en Costa Rica, a diferencia de otros países del Tercer Mundo, los indicadores demográficos no han alcanzado el umbral crítico. Todo lo contrario, el comportamiento demográ­fico costarricense muestra aún que se trata de un país con un volumen de población reducido y, más que un problema de so­brepo­blación, lo que hasta el presente existe, es un problema de distribución de la población.


Costa Rica ha tenido, desde su fundación como república, una evolución demográ­fica relativamente estable. Pocos han sido los acontecimientos sociales y naturales que han afectado el compor­tamiento natural de los componentes demográficos. A pesar de que la mayoría de los países de la América Latina han sufrido guerras internas y con los países vecinos unido a las catástrofes natu­rales han afectado continuamente la demografía, en Costa Rica, por fortuna, cuando se han dado estos fenómenos naturales, sus alcances han sido limitados y su capaci­dad des­tructiva no ha alcanzado las proporciones de otros países de la América Central.


En la información pormenorizada disponible sobre la incidencia de los temblores y terremotos que han sacudido las diferentes regiones del país, llama la atención el impacto reducido de eventos catastróficos en pérdida de vidas humanas en un país que, constan­temente, ha sido bamboleado por las fuerzas de la naturaleza (Morales, L.D: 1987).


De igual que a los eventos desencadenados por las fuerzas de la naturaleza se debe agregar los conflictos sociales internos e internaciona­les, que salvo entre 1856-1857 fecha en que se libró la guerra contra los filibusteros provenientes del sur de los Esta­dos Unidos. A las muertes de la guerra hay que sumar las víctimas de la peste del cólera. Se calculan en 10 000 el número de víctimas de ambos acontecimientos; muy fuerte si se estima que la población total apenas podía al­canzar los 90 000 habitantes. La incidencia de estos dos acontecimientos se refleja en una reducción de la tasa de crecimiento en 1864, la cual fue muy inferior a la del período anterior, y tan sólo alcanzó el 1,26 por ciento anual.


Posteriormente ya en pleno siglo XX, en 1948 una guerra civil interna produjo cerca de 2 mil vic­timas. En 1955 fuerzas adversas al gobierno constitu­cional penetraron por la frontera norte con el apoyo ofi­cial del ejército de Nicaragua y de los gobernantes del país vecino, pro­du­ciéndose enfrentamientos armados con destacamentos de la Guardia Civil cos­tarricense y varias bajas en ambos bandos.


Más recientemente, des­pués de 1975 el recrudecimiento de las luchas internas en Nicara­gua ha repercutido en la vida nacional. No hay estadísticas ofi­ciales de cuanta po­blación costarricense ha muerto como resul­tado la ines­tabilidad política, pero en todo caso, el conflicto, que tuvo una duración de más de una década, logró desestabilizar todos los pobla­dos a lo largo de la zona fronteriza entre Costa Rica y Nicara­gua. Ha habido víctimas costarricenses y aban­dono o migración de muchos otros. Por ejem­plo, el Ministerio Público estimó en 50 los crímenes cometidos por "nicaragüenses" en la Zona Norte durante los años 1984‑1986. Una alta frecuencia de hechos violentos y en pequeñas áreas geográficas, elocuencia de la guerra librada en territorio nacional y de sus repercusiones para la población residente (Sobrado, 1988).


En lo que de los últimos 20 años destacan dos nuevas variables las muertes por accidentes de tránsito, una verdadera guerra se libera en nuestras rutas, con la política de democratizar el uso del automóvil aumentó la flotilla vehicular y no se tomaron las suficientes medidas para educar a los conductores y luego la traída mayoritariamente de autos usados como de 10 años de salidos al mercado, unido a una pésima señalización vial, pésimo mantenimiento de las rutas nacionales y provinciales e irresponsabilidad generaliza de los conductores y de los peatones mantienen en vilo a la población. Los noticieros se han llenado de noticias suceseras, donde con morbo se presentan a las víctimas de los accidentes diarios.


Y finalmente la geopolítica de la cocaína, nos dejó inmersos una posición intermedia entre los países productores de Suramérica y los Estados Unidos, el país es una bodega y una zona de paso para los carteles de la droga. La violencia de estos grupos ya ha dejado su impacto sobre la mortalidad de la población entre los 18 y los 55 años, y a puesto en alto riesgo a esta misma población al elevar el consumo de estupefacientes. Cifras confiabas no hay, las calles y las familias se encargan de mostrarnos el rostro de la desesperación de la población por el embate de la drogas y el envenenamiento a que esta sometida la población joven costarricense.


Pese a estos acontecimientos, el crecimiento demográfico ha sido con­tinuo después de alcanzada la independencia. La incidencia de las catástrofes naturales como de los con­flictos ha tenido una repercusión muy tenue en el comportami­ento demográfico global de la sociedad costarricense, pero su efecto se ha sentido, más bien, a nivel local.

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