Esta es la Página del Dr. Guillermo Carvajal Alvarado, profesor de la carrera de Geografía en la Universidad de Costa Rica.
El objetivo de la página es recoger las ideas del autor, expresadas en documentos expuestos en diversos foros. Los invito a leer los testimonios ofrecidos por un profesional comprometido con la academia y con la sociedad civil.
VIOLENCIA URBANA Y CRIMINALIDAD URBANA EN LA CIUDAD DE SAN JOSÉ. UN ESTUDIO EXPLORATORIO
Dr. Guillermo Carvajal Alvarado
Escuela Geografía
Universidad de Costa Rica.
INTRODUCCIÓN.
La tendencia ascendente de la violencia urbana, estimada en un 4% alrededor del mundo en los decenios de 1980 y 1990, está provocando cambios importantes en el paisaje y en la vida diaria de la zonas urbanas. En muchas ciudades, el miedo a la violencia ha alejado a la población de los transportes, las calles y los espacios públicos. Las calles donde solían jugar los niños y congregarse los vecinos, y por las que paseaba la gente, se utilizan ahora mucho menos.
Los hogares cuidadosamente ataviados de antaño contrastan con las casas enrejadas de hoy en día, las cuales se han constituido en verdaderas prisiones familiares. Asimismo, los altos niveles de delincuencia y el miedo a la violencia han contribuido a desplazar los centros de compras, edificios de oficinas y actividades de ocio hacia las zonas periféricas, lo que ha tenido un efecto negativo en la economía de algunos barrios del centro de las ciudades; se suman a estos aspectos otros que igualmente aquejan a las ciudades del mundo y que se relacionan con el aumento de la criminalidad y la inseguridad ciudadana como son: la extrema pobreza, la depresión económica y el hacinamiento de la población.
Desde la década de 1980, los investigadores han llamado la atención sobre el riesgo a que están sometidos los habitantes de las grandes ciudades del planeta, pues la mayoría de los actos criminales violentos se comenten en las grandes urbes. Según datos de las Naciones Unidas, un promedio del 61,5% de la población urbana en el mundo es víctima de al menos un acto delictivo.
Por estos motivos las Naciones Unidas han lanzado programas específicos de prevención del delito y la criminalidad; sin embargo, pese a la conciencia de los científicos y de los gobiernos locales y nacionales, los logros experimentados han sido poco satisfactorios, debido principalmente a la carencia de estadísticas fiables y el alto costo de la investigación multidisciplinaria (UNICRI, 1995).
METODOGÍA DE LA ENCUESTA SOBRE CRIMINALIDAD URBANA
La investigación se basó en la aplicación de una encuesta, que permitiera obtener datos de primera mano, relacionados con la percepción de la criminalidad por parte de los residentes del Casco Central de la ciudad de San José, para el año 2000.
Esta encuesta se realizó por muestreo, y constituye una herramienta logística inductiva, es decir, se infiere de una parte del todo y se generaliza hacia él. Tiene la ventaja de facilitar la obtención de datos que permitan en este caso, conocer la opinión, formas conductuales y percepción que una población pueda tener sobre un conjunto de hechos y situaciones, a través del estudio de una parte de ella. Sin embargo, se le objeta a este tipo de herramienta, el riesgo que se corre de que la parte seleccionada no sea plenamente representativa. No obstante, permite la agilización del trabajo sin menoscabar la calidad de la investigación y paralelamente, ayuda a solventar la escasez de recursos económicos, que es un común denominador restrictivo en una labor como la presente
Dicha encuesta por muestreo, tomó como base la división por segmentos censales empleada por Instituto Nacional de Estadística y Censos de Costa Rica y fue aplicada a los residentes del área de estudio, y de preferencia, jefes de hogar.
CONFECCIÓN DE LA ENCUESTA
Implicó la elaboración de tres anteproyectos y su respectiva revisión por parte de los asesores de este proyecto, para precisar la objetividad y tipología de preguntas, ya sea abiertas, cerradas, o la combinación de ambas.
La encuesta definitiva comprendió una boleta de 81 preguntas, de las cuales 18 son abiertas, 58 cerradas y 5 semiabiertas. La misma fue seccionada en siete apartados, a saber:
Características sociodemográficas del entrevistado.
Percepción de la seguridad del entorno inmediato (vivienda, calle, vecindario).
Percepción ciudadana sobre la seguridad ciudadana en la ciudad de San José
(entorno urbano).
Percepción de la organización comunitaria.
La Percepción sobre la policía oficial del gobierno.
Percepción sobre la policía privada.
Percepción de la policía municipal de la ciudad de San José.
Para valorar la efectividad de la encuesta, se realizó una prueba de 10 aplicaciones en el área de estudio, con el fin de medir el grado de comprensión de las preguntas, su planteamiento y el orden secuencial. Los resultados fueron satisfactorios en el contenido de las preguntas, y sólo fue necesario hacer adaptaciones de forma en algunas de ellas. Las preguntas abiertas de múltiple opción se perfilan con algún grado de dificultad, tanto por parte del entrevistado que divaga y retarda el tiempo de aplicación, como para su procesamiento; por tanto fueron replanteadas, algunas como preguntas abiertas de registro cerrado y otras de una sola respuesta. Se estimó el tiempo de aplicación en un promedio de 17 minutos, que se consideraron razonables. Finalmente, en la aplicación de la prueba, la reacción de los entrevistados fue muy positiva y satisfactoria, mostrando interés por el tema.
SELECCIÓN DE LA MUESTRA
La imposibilidad de estudiar la población completa obligó a la escogencia de una muestra aleatoria, con el propósito de generalizar sus resultados a la población de la que proviene. Este procedimiento requiere de ejecutar una serie de pasos, señalados seguidamente:
Definición De La Unidad De Estudio
Específicamente el estudio tiene variables referidas a personas, a la vivienda y al vecindario en que residen. La unidad de estudio fue la vivienda del área investigada y el informante lo constituyó idealmente el jefe del hogar o en su defecto su cónyuge.
Delimitación Del Área Muestral
El estudio abarca el denominado Casco Central de la ciudad de San José, el cual incorpora sus cuatro distritos centrales: Carmen, Merced, y en forma parcial Hospital y Catedral. La delimitación acordada incluye los segmentos censales definidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, resultando un total de 179 segmentos, que se utilizaron como unidades primarias de muestreo, y de los cuales se seleccionaron 15 para la aplicación de la encuesta en el área de estudio.
Tamaño Y Diseño De La Muestra
El tamaño de la muestra definido para la investigación obedeció a una serie de factores que debían cumplirse simultáneamente. En primera instancia, que el error estadístico aceptable estuviera dentro de los márgenes permisibles, y que su tamaño permitiera hacer un análisis de la información sin muchas restricciones si se quisieran definir algunas subpoblaciones para su comparación. Además, tenía que ser factible para que los investigadores pudieran levantar las encuestas en el campo en el tiempo previsto. Esto condujo a definir un tamaño de alrededor de 150 entrevistas.
El muestreo aplicado consistió en un diseño bietápico, en el cual las unidades primarias de selección fueron los segmentos censales. Cada uno de estas unidades constituye un conglomerado de unidades de estudio, lo cual tiene la ventaja de ahorrar significativamente el trabajo de campo, pues concentra la muestra en puntos específicos del área de estudio. Los segmentos censales se ordenaron obedeciendo cercanía geográfica y posteriormente, en forma sistemática, se escogieron los 15 de la muestra. Este número obedece a la decisión de disponer de un promedio de 10 encuestas en cada segmento censal. De los 15 segmentos censales seleccionados al azar, al distrito Merced le correspondieron 6 segmentos; al distrito Carmen, 2; al Catedral 3; y para el distrito Hospital 4 segmentos .
Una vez identificados las selecciones primarias (segmentos censales) se procedió a obtener una copia de cada una de esas áreas. Los mapas tienen identificadas las viviendas, las cuales constituyen la fuente para la aplicación de la segunda etapa de selección. En cada segmento censal escogido se seleccionaron 12 viviendas empleando un intervalo de selección de 5, esto con el propósito de prever posibles entrevistas pendientes y que el número final rondara 180 en total. El objeto de emplear la escogencia sistemática, es para evitar la concentración de las entrevistas en un conjunto contiguo de viviendas, y prever en algún grado el efecto de conglomeración intraclase.
Organización Y Resultados Del Trabajo De Campo
Una vez definida la encuesta y seleccionados los segmentos censales, se procedió a la recolección de los datos. Se escogió el día sábado 24 de junio del 2000, ya que la intención era entrevistar en primera instancia a los jefes de familia, o en su efecto el cónyuge, por lo cual era más factible localizarlos un día no laboral. La utilidad de los resultados fue del 100%, ya que del total de cuestionarios realizados, ninguno fue desechado ya que todos aportaban datos coherentes, y por tanto se obtuvo la información que se preveía y necesitaba como base para la elaboración de la investigación.
El Abordaje De La Criminalidad Urbana Desde La Óptica Geográfica
La criminalidad como fenómeno, ha sido abordada con anterioridad por disciplinas tales como: la psicología, la sociología, la antropología y la criminología misma. Cabe destacar que los esfuerzos que se han realizado en Costa Rica por concebir este fenómeno desde una perspectiva geográfica han sido nulos. Y es que cabe preguntarse, ¿cuál puede ser el papel de la geografía en el estudio del ámbito criminal? Por un lado, la geografía estudia las relaciones que caracterizan los fenómenos naturales y humanos que ocurren en un espacio y tiempo determinados; por su parte, la criminalidad es un fenómeno netamente humano, donde delincuentes y víctimas deben coexistir en un tiempo y espacio común; visto así, el fenómeno criminal compete también al estudio geográfico.
Ahora bien, ¿cuál puede ser la utilidad de mapear la criminalidad?. Tradicionalmente las distintas instancias policiales se han servido de mapas murales donde colocan alfileres que indican la incidencia de la criminalidad. Sin embargo, este método es muy limitado y poco ágil, ya que desvincula el fenómeno a otras variables que podrían estar asociadas o hace una pobre relación de las mismas; además, su análisis se produce para un momento dado y su actualización se vuelve muy lenta.
Mientras tanto, el mapeo de la criminalidad con ayuda de un soporte tecnológico informático como lo es un SIG, resulta en una gran ayuda al esfuerzo de proteger más efectivamente a los ciudadanos en las áreas en que ellos se desenvuelven, ya que sí es capaz de relacionar una amplia variedad de factores así como realizarlo muy frecuentemente
En Costa Rica aún no se han desarrollado estudios sistemáticos que incorporen el fenómeno de la criminalidad como una amenaza, al análisis del espacio geográfico, como la plataforma donde se suceden los eventos delictivos, y que por la frecuencia y gravedad en aumento con que éstos se suceden, pueden ser agentes de la transformación de dicho espacio, a partir del cambio en su uso y luego inclusive hasta en su estructura.
No obstante, ha habido interés por parte de científicos interesados en esta materia, y se han realizado estudios estadísticos (ILANUD, 1982), y de empresas de investigación sobre consulta popular (UNIMER 1999), así como documentos bibliográficos importantes (Chinchilla, 1997) que han despertado el interés por el tema. Además tienen el mérito de ser pioneros en plantear la necesidad de un tratamiento consciente y científico del problema; ya que, en el devenir diario, crece cada vez más el sentimiento de inseguridad ciudadana como producto del incremento de la ocurrencia de actos delictivos, y con mayor intensidad en el ambiente urbano.
El sentimiento de inseguridad ciudadana, motiva nuevos patrones de conducta de las personas que ocupan ese ambiente, llegando a extremos de limitar e incluso no realizar en muchos espacios urbanos, las actividades propias para las cuales fueron concebidos, y así, consciente o inconscientemente, éstos espacios pierden su carácter y se producen nuevos ambientes alterados.
LA CRIMINALIDAD EN DIFERENTES ESCALAS DEL ESPACIO URBANO
El espacio urbano, como concreción geográfica que es, no debe concebirse como un objeto externo ni una experiencia aislada del ser humano. Tiene que ser considerado en su totalidad como existencial, ya que su existencia es espacial y se manifiesta en diferentes niveles escalares y jerárquicos, estableciendo en ellos, procesos de transformación del paisaje para adaptarse a su imagen ambiental y a sus propósitos de seguridad psíquica
De esos niveles se han escogido tres para exponer la descripción del análisis de la interrelación de los datos obtenidos mediante la encuesta aplicada, para interpretar la representación de la realidad que los residentes del Casco Central de la ciudad de San José tienen con respecto a la criminalidad como amenaza a saber: La vivienda, el vecindario, y el nivel de la ciudad.
La vivienda como el espacio privado del entorno urbano, identificado con la interioridad de éste, representa la necesidad de estar situado dentro de, y de manera que los individuos pueden decir que residen en él. Es el lugar de donde el residente parte y al que regresa. El nivel del vecindario, a partir de la calle como la representación de la distancia mínima, la continuidad, proximidad, orientación, recorrido e identidad de lugar comprometido con la interacción social, es decir por la forma común de vida, donde se genera el carácter público del espacio urbano. El nivel de la ciudad, donde se gestionan un conjunto complejo de funciones individuales y sociales urbanas, que se manifiestan en un lugar con carácter de identidad topológico definido por la densidad.
Se dispuso de estos por considerar que constituyen unidades espaciales articuladas por la noción de privacidad, comunidad, proximidad, centro, interior y exterior. Porque uno representa al otro, se influyen y se contienen mutuamente para formar un campo complejo y dinámico denominado paisaje, y por percepción se experimenta la imagen de ese campo (Merleau-Ponty, 1962). De ahí que sólo pueden ser comprendidos en forma integrada, y con potencial para el estudio de la percepción de la criminalidad en un área como el Casco Central de la Ciudad de San José, aún cuando éste reúne la diversidad de elementos administrativos, comerciales y socioculturales que conforman la yuxtaposición del tejido urbano.
EL ENTORNO INMEDIATO. LA VIVIENDA: EL ESPACIO DE REFUGIO
Es la unidad básica coyuntural espacialmente localizable, entre la privacidad, la comunidad y colectividad del espacio urbano. Se define como inmueble en relación al individuo o familia residente en su esfera de proximidad inmediata, que muestra un acondicionamiento epidérmico riguroso de cerramiento arquitectónico, sobre la base de la tradición inconsciente de si misma (Jencks, 1975), sin tener en cuenta o hacer referencia al conjunto o sistema de control centralizado existente rompiendo el eje de la relación del espacio privado – público, y con base en los datos obtenidos que serán expuestos, se constituye para dos terceras partes de la población encuestada, en la única envoltura física del sentimiento de seguridad de los ciudadanos .
Como puede observarse, la escala de la vivienda es el espacio sobre el que los residentes del Casco Central de la ciudad de San José tienen dominio y pueden transformarlo en el refugio para encerrarse, protegerse y sentirse seguros, ya que en doce años, de 1986 a 1997, el número de viviendas victimas de delito, relativamente se duplicó de un 8% a un 16% respectivamente, según datos de un sondeo elaborado por la empresa Unimer, sobre seguridad ciudadana realizado en los primeros meses de 1999.
Los Puntos Más Amenazados Desde La Óptica De La Vivienda
Una cuarta parte de la población encuestada manifiesta sentir inseguridad en la vivienda, dato que adquiere importancia para el análisis geográfico, ya que, a partir de la correspondiente ubicación en el área de estudio, de dónde se hace más evidente ese sentimiento, se puede identificar puntos genéricos de percepción de la criminalidad como amenaza, y consecutivamente producir modelos cartográficos que describan una síntesis de atributos descritos, sin que sean tomados como modelos intensivos y detallados de datos continuos, pero sí que permitan como instrumentos de primera mano, distinguir las características generales más importantes del lugar, para la puesta en marcha de medidas preventivas y de mitigación ante el riesgo del delito, básicas de la gestión global de desastres, para salvar así, se reitera, la barrera de los modelos netamente cuantitativos.
De ahí que se muestra en el mapa 2. que contiene los segmentos muestrales, con una valoración cromática, la diferenciación sobre la percepción de inseguridad en la vivienda por parte de los residentes del Casco Central de la ciudad de San José, en los distintos espacios celulares elementales numerados de 1 a 15, denominados segmentos muestrales donde fue consultada la población meta, derivados de los segmentos censales.
Se destaca el segmento muestral # 1, que lo conforman vecindarios del Barrio Otoya, colindante con el parque zoológico Simón Bolívar, ubicado en el distrito Carmen, con el valor más alto de un 15,8 %, le siguen en forma descendente, los segmentos : # 9 con 13,2 %, ubicado en el distrito Hospital, en los alrededores del mercado de mayoreo; luego el # 6, con 10,5 % ubicado en el distrito Merced, detrás del Liceo de San José, en Barrio México.
En los segmentos # 2 del distrito Carmen, el # 5 de Merced, y los # 10 y # 11 de Hospital, la valoración es de un 7,9 %. Los # 3, # 4 y # 7, ubicados en el distrito Merced, así como los 12 y 15, ubicados en los distritos Hospital y Catedral respectivamente, muestran el valor más bajo que es de un 2,6 %.
De acuerdo al tiempo que tienen las personas de residir en la vivienda, la percepción de seguridad es variable, pero se mantiene la constante de un alto porcentaje en favor de sentirse seguros en ella.
Los residentes que han ocupado la vivienda en un período de 11 a 29 años, son los que manifiestan sentirse más seguros en ella, en contraste con los que tienen menos tiempo de habitar el inmueble. La vivienda es un espacio controlable.
SENTIMIENTO DE SEGURIDAD Y TIEMPO DE RESIDIR EN LA VIVIENDA
Al confrontar la edad de los entrevistados, de acuerdo al grupo correspondiente, siete de cada 10 adultos entre 30 y 59 años, que representan el 48 % de la población muestra, afirmaron sentirse seguros. Lo mismo que, 78 de cada 100 jóvenes, de menos de 29 años, y 86 de cada 100 personas de 60 años y más confirmaron su sentimiento de seguridad en la vivienda.
Entre Más Medidas De Protección, Mayor Seguridad
El sentimiento de seguridad en la vivienda se incrementa, en función de los elementos de protección como medidas preventivas y de mitigación ante los eventos delictivos, que se le incorporan al inmueble, por ejemplo, en orden de prioridad de acuerdo a qué medidas de seguridad existen en la vivienda, se mencionaron y observaron tapias para cerrar patios, portones y verjas terminadas en afiladas puntas de lanza y coronadas con alambre de navaja en el menor de los casos (Foto 3.1 y 3.2) entre los más obvios. Se mencionó incluso como arma blanca, los utensilios de cocina y jardinería.
Además, en algunos casos estas medidas se complementan con otras más sofisticadas, sutiles o más sencillas, sin distingo de niveles socioeconómicos o de diferenciación espacial, y van desde los perros caseros hasta las armas de fuego, los alambres de navaja, alarmas de seguridad y servicio de vigilancia privada, entre otros.
Lentamente el espacio de la vivienda se ha transformando en una fortaleza aislada. La figura 3.8 nos muestra que el 85 %, cuentan en sus viviendas con verjas y portones. De estos, tres cuartas partes manifestaron sentirse seguros en sus viviendas; el resto a pesar de tener esas medidas, no es garantía de seguridad.
Así mismo, se puede observar que más del 55 % tienen tapias para cerrar sus patios y sus áreas de jardín. De los cuales 4 de cada 5 confirmaron su sentimiento de seguridad en la vivienda.
Es llamativo el caso de la medida de protección: “Tenencia de arma de fuego”, ya que, de los que tienen esta medida, son solamente el 8,7 % del total, sin embargo la brecha no es tan amplia, entre los 8 de cada 14 que tienen esta medida de protección y se sienten seguros, y los 6 que teniéndola, manifiestan sentirse inseguros. Lo anterior induce a concluir en relación a esta medida de protección, que el tener un arma de fuego, no significa que la percepción de inseguridad en la vivienda disminuye, más bien, como se puede ver, tiende a mostrarse con un incremento .
Las evidencias de campo confirman la relación de proporción directa entre la variable: medidas de protección en la vivienda, y el sentimiento de seguridad en ésta, es decir cuanto más medidas, mayor es el sentimiento de seguridad en ella.
PERCEPCIÓN DE LA CRIMINALIDAD, CASCO CENTRAL DE SAN JOSÉ 2000
Esencialmente, la vivienda es espacio interior, pero no necesariamente es una estructura aislada del espacio exterior que la rodea. No obstante, a lo largo de la historia de la arquitectura (Venturi, 1972) la tendencia ha sido crear estructuras aisladas, más que todo, por la idea de que es el espacio que resguarda la intimidad. Si se abre la puerta, es por una libre decisión para comunicarse con el exterior. También la paz doméstica ha sido un derecho básico desde tiempos remotos, sin embargo ha venido a ser violentado, por el fenómeno de la delincuencia y la única opción de respuesta, ha sido lo que confirma la “voz populi” : que quienes habitan la vivienda se han encerrado y las han convertido en celdas, o sea, este espacio se ha transformado como producto de la criminalidad y su percepción.
Debe mencionarse que la labor del trabajo de campo, se vio afectada en ocasiones, ya que estas medidas en cuestión, limitaron en unos segmentos muestrales, el trabajo de la investigación, pues se constituyeron en barreras físicas que como se dijo, aíslan el inmueble. Sin embargo, esto dio curso a una experiencia personal básica para formular con criterio técnico, sobre el soporte de la observación del entorno, indicadores de percepción de la criminalidad como una amenaza, que puede modificar el paisaje urbano en cualquier escala.
Las Medidas De Protección Transforman El Espacio Arquitectural
En la vivienda por ejemplo, no se escatiman esfuerzos para dotarla de medidas de protección, sin importar la pérdida del carácter expresivo de su arquitectura, ya sea en la tradición consciente o inconsciente de si misma (Jencks, 1975), de su forma simbólica y su identidad. Sin embargo, ha existido una libertad consistente en la aptitud de modificar y seleccionar aquellas partes de la vivienda que tienen importancia para el problema particular (Jencks, 1975), de la criminalidad, pues no son sólo las casas, de igual manera los apartamentos de edificios de toda altura exhiben rejas que cuadriculan cada ventana, portones de todo tipo, alambre de navaja que corona las tapias, y verjas con afiladas puntas de lanzas, que da como resultado, una sensación visual de estructuras defensivas, concentradas y a su vez dispersas, revelando un ambiente caótico y de inseguridad fluyente a la escala de la calle y consecuentemente, del vecindario.
EN EL ENTORNO LOCAL : EL VECINDARIO, EL ESPACIO CONSTRUIDO DONDE SE GESTA LA INSEGURIDAD
La proximidad y los contactos de vecindad que van ordinariamente acompañados de una similitud cualquiera de los habitantes, son la base de las formas más simples y más elementales de asociación que se encuentran en la organización de la vida urbana, cuya imagen es identificable con el carácter figurativo de un lugar que tiene función organizadora de la densidad demográfica : la calle, como elemento físico horizontal en su dimensión abstracta de eje geométrico y topológico, y no necesariamente rectilíneo, ideológica como soporte semiótico de identidad psíquica, física y volumétrica, de acuerdo a las estructuras arquitectónicas que la caracterizan (Norberg-Schulz, 1975).
El vecindario es como un pequeño universo residencial, recibe la influencia de la fachada de la vivienda y la calle es el elemento generativo que le moldea con sus detalles y su historia. A su vez, en conjunto con otros, los vecindarios conforman los barrios y se proyectan al espacio urbano como una parcialidad de la cual forma parte.
El vecindario sin relación, es inexistente, es un fenómeno transitorio de desorganización social que se refleja espacialmente. Con relaciones, es típico de un medio urbanizado que supone garantizada su permanencia. Sin embargo, en la ciudad de San José, unidades espaciales de este tipo, reflejan una adaptación a nuevos patrones, que implican una transformación significativa. Por ejemplo: Barrio Amón, con la inserción de nuevos usos de la tierra, asociados a establecimientos de diversión nocturna, atrajo el comercio de la hotelería, que ha aprovechado el recurso arquitectónico de las estructuras habitacionales, vendidas o alquiladas por sus ocupantes originales, a raíz de la degradación del ambiente, como producto de la percepción del fenómeno de la criminalidad en la zona.
Del Umbral De La Puerta De La Vivienda A La Calle
Es importante mencionar, cómo a partir del nivel escalar de la vivienda, el sentimiento de inseguridad se incrementa vertiginosamente con sólo traspasar el umbral de la puerta hacia la calle inmediata.
El umbral es la coyuntura entre la alternativa sensorial de seguridad o inseguridad de los residentes del casco central de San José. Cruzarlo y poner un pie en la calle junto a la vivienda, significa para 4 de cada 10 personas, entrar a un ambiente de inseguridad, y para 2, la percepción se agrava a muy inseguro. En total, 6 personas de cada 10, al cruzar el umbral de su vivienda y pasar a la calle que está justo frente a ella, pierden el sentimiento de seguridad que les brinda su refugio.
La calle o un conjunto de éstas, van conformando la escala del vecindario basado en un esquema socio - espacial y construido cuyas fronteras son dadas por la interacción social, el precio de la tierra, de los inmuebles y un conjunto de elementos como tiendas, escuelas, iglesias y clubes, entre otros, que lo caracterizan y de donde germina su esencia en una variada continuidad (Lee, 1969). Es donde se genera la imagen ambiental de éste, producto ya de la sensación del hoy, como del recuerdo de experiencias anteriores. Sin embargo, la calle ha dejado de ser el espacio íntimo de los vecinos y se ha convertido en un espacio inseguro. La información visual que irradia actualmente, es de barricadas, guardias de seguridad privada, rótulos de “perro bravo”, entre otros. Con una imagen ambiental de la calle y el vecindario en ese sentido, la interpretación es obvia para guiar la acción: “salir lo más pronto posible de allí”. La imagen ambiental es la base del sentido de seguridad emocional urbana.
Cuando Se Amplía El Espacio Vecinal, El Sentimiento De Inseguridad Crece
En general, conforme el espacio vecinal se amplifica, también aumenta el sentimiento de inseguridad. Pero también hay vecindarios que sobreviven a las condiciones de vulnerabilidad del entorno, a costa de la convivencia con el riesgo aceptable y adaptaciones propias de la supervivencia.
Tal es el caso, con base en la observación del entorno durante el trabajo de campo, y en opinión verbal de los consultados, los vecindarios que conforman el conocido Barrio Otoya, de trayectoria netamente residencial, se han transformado en vecindarios peligrosos, por la cercanía de áreas como el Parque zoológico Simón Bolívar, y rancias propiedades baldías que no les dan mantenimiento de limpieza, y se convierten en factores de vulnerabilidad del espacio del vecindario, agravando la probabilidad de ocurrencia de delitos contra la propiedad colindante . Las condiciones de los vecindarios como el mencionado, los hace propensos a un estado de dificultad crónica para su seguridad, mismas que se presentan a las instituciones encargadas de la seguridad ciudadana y a muchas otras que se esfuerzan en rehacer la ciudad como el lugar seguro para la vida normal urbana.
Las Mujeres Y Las Más Jóvenes, Las Más Vulnerables
De la población consultada, las mujeres representan el 53 %, de ellas 5 de cada 10 expresan que el vecindario es inseguro. De los varones, 2 de cada 10 afirman lo mismo, de un total de 47 %. Y son ellos los que perciben en una tercera parte que el vecindario es seguro .
La edad es una variable importante, pues los jóvenes, los adultos y las personas de edad, perciben muy particularmente el entorno por la diversidad de experiencias que acumulan. De acuerdo al grupo de edad, la mitad de los jóvenes encuestados con menos de 29 años, son los que se sienten más inseguros en el vecindario. Le siguen los adultos de 30 a 59 años que representan la mayoría de la población objetivo, en una proporción de 5 de cada 10 consultados, y en ambos grupos se concentra la población económicamente activa; por lo que es válido inferir, que son los grupos que más vivencian la escala de este espacio por las actividades que desarrollan en él: recorridos al trabajo, a centros de estudio, o por la interrelación con otras personas de su misma edad.
Correlativamente al sexo femenino, son las jóvenes menores de 29 años las que 6 de cada 10 perciben como inseguro el vecindario, lo mismo que la mitad de las adultas entre 30 y 59 años. Puede inferirse, que esa percepción es basada en su condición de vulnerabilidad. Las mujeres mayores de 60 años y más, comparten equitativamente, en una proporción respectiva de 4 de cada 10, su sentimiento de seguridad como de inseguridad sobre el vecindario. Podría argumentarse, con la salvedad de que sería un juicio especulativo, el que esa valoración es porque ellas permanecen más en la escala de la vivienda y su percepción está dirigida a las experiencias que se suceden en ésta escala .
En relación a lo anterior, cabe recordar que de acuerdo al grupo de edad, de las personas consultadas, las de 60 años y mas, 9 de cada 10 afirmaron sentirse seguros en la vivienda, que es el más alto de los expresados por la población encuestada. en relación al sentimiento de seguridad en la casa.
INSEGURIDAD EN EL VECINDARIO SEGÚN SEXO FEMENINO Y GRUPOS DE EDAD EN AÑOS
Del 47 %, de la población objetivo, que representa al sexo masculino, 4 de cada 10 consideran seguro el vecindario, y el mismo criterio expresan según el grupo de edad, los jóvenes de menos de 29 años y los adultos de 30 a 59. Los ancianos de 60 años y más, prácticamente 4 de cada 10, califican el vecindario, alternativamente de seguro e inseguro. Como puede verse, el sexo masculino se considera menos vulnerable.
El tiempo de residencia en el vecindario es un factor influyente en la percepción de la criminalidad en este nivel escalar, y debe destacarse su relación inversamente proporcional al sentimiento de inseguridad. Es decir, a menos tiempo de vivir en el mismo lugar, mayor es ese sentimiento.
Los datos muestran que 47 de cada 100 de las personas que tienen menos o hasta diez años de residir en el vecindario, lo califican de inseguro, e igualmente lo califican así, 39 de cada cien entrevistados, con 30 o más años de residir en él .
La relación diferencial entre los datos aportados por los residentes que consideran inseguro el vecindario y los que lo consideran seguro, es de ocho unidades porcentuales y se ensancha en una, de acuerdo al criterio del grupo de los que tienen 10 años o menos de residir en él, con un 9 %. En el grupo de los que tienen de 11 a 29 años, esa diferencia se abre más y se eleva a seis unidades con el 14 %, con que es calificado. El grupo de 30 años o más de residir en el vecindario, lo calificaron con un 39 % de inseguridad, o sea menos siete unidades porcentuales, en relación a la diferencia original.
Los datos expuestos, nos muestran que los residentes que tienen entre 11 y 29 años de vivir en el vecindario, son el grupo significativo para determinar la percepción de la criminalidad en el vecindario. De cada 10 de ellos, 5 manifiestan que el vecindario es inseguro, en contraste con los 3 de cada 10 que afirman que es seguro. Ellos han tenido que asimilar la transformación del vecindario a partir de la acera frente a la puerta de su vivienda hacia el espacio de la calle inmediata y luego en las calles circundantes. han vivido el proceso del deterioro ambiental urbano que se visualiza con basura, obstrucción de las aceras con materiales, escombros y vehículos estacionados en ellas, sin faltar en algunos sectores las ventas callejeras y los indigentes que pernoctan al amparo de un alero, generando el ambiente propicio para que se perciba la probabilidad de ocurrencia de un delito, que es la amenaza de la criminalidad.
Con el trabajo de campo se experimentó la sensación de inseguridad que se percibe al recorrer las calles de cualquier parte de los distintos vecindarios, lo cual se corrobora analíticamente, cuando se interseca la variable de calle y resto del vecindario en lo relativo a la percepción que de estos espacios tienen los residentes respecto de la seguridad o inseguridad en ellos , datos adjuntos.
Los datos fácticos son de suma importancia, ya que adquieren relevancia fundamental, el que, 8 de cada diez de los residentes entrevistados del Casco Central de San José califican de inseguro y muy inseguro, su espacio vecinal que está al cruzar el umbral de la vivienda, o sea la calle inmediata y el espacio circundante definido por el dominio de la cartografía mental de cada uno de ellos, sobre la base de una zonificación de los lugares frecuentados, sin importar el tener que jugar con el riesgo aceptable, que le permite la valoración objetiva del espacio vecinal, en función del interés particular de cada residente.
La percepción en general está condicionada por la escala de valores vigente en el componente social, derivada del convencimiento que la realidad debe tener una estructura, a partir de la cual es posible hacer una interpretación de ella sin prejuicios. De ahí que se escogió el nivel de escolaridad, como uno de los indicadores que pudiera aportar datos desde diversos niveles de instrucción, como la base de diferentes concepciones de la realidad, para analizar la percepción de la criminalidad con la objetividad permisible del caso. Los datos se muestran elocuentes respecto de la inseguridad.
Como puede verse, hay una regularidad que ronda un promedio del 44 % con el que los entrevistados califican de inseguro el ambiente de las calles de su vecindario, sin importar el nivel de instrucción. Espacialmente la vulnerabilidad se manifiesta en que la calle y por consiguiente el vecindario han sido invadidos por un conjunto de elementos exógenos al ambiente residencial, que los ha puesto en franca transformación hacia un uso de la tierra en comercial y de servicios. Sin embargo, esta invasión no puede atribuirse únicamente a la expansión de los sectores secundario y terciario de la economía. Otro factor para que el espacio de los vecindarios residenciales del Casco Central de la ciudad de San José ceda terreno, es porque sus ocupantes han optado por trasladarse a otros espacios ambientales menos degradados, como respuesta a la amenaza de la criminalidad urbana. Obviamente, esto ha sido posible sólo por un sector privilegiado, quienes han vendido o alquilado sus inmuebles, por la razón expuesta y además porque esa medida de protección les ha sido más rentable.
La llegada de establecimientos comerciales y de servicios al espacio del vecindario, ha traído como consecuencia en su acción centrípeta, ese ambiente de inseguridad, pues como fue expuesto por los entrevistados, entre otras cosas, existen hoy día en los vecindarios, oficinas públicas y privadas, que para la prestación de sus servicios, necesitan equipos sofisticados, o bien los empleados o los usuarios portan sumas considerables de dinero, o llegan en ocasiones en automóviles de lujo y son estacionados en la calle, lo que prepara el escenario ideal para los tachadores de carros, o cualquier otro sujeto, que “recurra” al delito como su modus operandi.
Incluso en algunos vecindarios, sin ninguna normatividad para la seguridad ciudadana, se han establecido instituciones que brindan asistencia humanitaria y terapéutica a niños, adolescentes, y adultos con problemas de drogadicción, lo que ha propiciado colateralmente, la propensión a la ocurrencia de delitos.
En esta dinámica, se desenvuelve la vida de los residentes del Casco Central de la ciudad de San José, en un espacio cuya vulnerabilidad se agrava cada vez más, lo mismo que su vulnerabilidad social, pues ésta se ha visto incrementada, en razón del proceso dialéctico entre los componentes: social y el construido como el urbano
La percepción se basa en escalas de valores, y mientras más de éstas se conozcan, y se crucen, mayores serán las condiciones de adaptabilidad al entorno, y más objetiva será la percepción que de éste se tenga, con el riesgo, de que los valores de una escala sean cambiados por la dominancia de la otra.
La quiebra de fronteras no es un fenómeno antojadizo, sino el producto de la diferenciación económica y la búsqueda de mejores servicios, que conlleva el cruce de diferentes escalas de valores (Toffler, 1995). Este fenómeno tiene muchos ejemplos y se ha vivido en diferentes escalas, ya sea nacionales o regionales y en el contexto temporal, en mayor o menor grado, entre otros está el de la migración del campo a la ciudad. Hoy día como producto de la globalización, la inviolabilidad de las fronteras, máxime las nacionales ha pasado a ser un mito, y la diversidad de formas en que se manifiesta, produce quiérase o no, una alta dosis de contaminación y de degradación del ambiente.
Lo anterior se menciona para descartar la discusión entorno al fenómeno social de la xenofobia, ya que el tema que nos ocupa es otro, sin embargo, se debe acotar en lo concerniente a lo que fue expuesto por los entrevistados, a raíz de la afluencia de inmigrantes que conviven en el territorio nacional, y lo que se percibe de su relación con el incremento de la criminalidad como amenaza.
La Inmigración Extranjera, Un Factor Percibido Como Contribuyente Del Incremento De La Criminalidad
El fenómeno de la inmigración y la percepción que se tiene de su relación con el incremento de la criminalidad, constituye el material específico para el análisis en otras disciplinas, en función de factores ideológicos de diferencia y multiplicidad de escalas de valor insertas en el componente social, sin embargo, como el espacio es la plataforma que soporta toda actividad humana y esta es la principal causa del deterioro ambiental, el espacio urbano no escapa a que en él se manifieste dicho fenómeno, imprimiendo su huella y su contribución transformadora a la ciudad.
De la población entrevistada, 84 de cada cien, argumentaron que el incremento de la criminalidad tiene relación estrecha con la llegada de extranjeros. En el desarrollo de las entrevistas llevadas a cabo para la recolección de datos, los entrevistados expusieron juicios como el siguiente: “En esas cuarterías viven extranjeros y cuando salen, es a ver que daño hacen. Andan con cuchillos, y algunos tienen pistola. Aquí uno vive atemorizado, pero ya nos estamos cansando de esto.” (anónimo: comunicación personal). Puede que tengan una alta dosis de subjetividad, pero son indicadores del malestar que causa el sentimiento de inseguridad en el vecindario, por la presencia de extranjeros.
El 84 % mencionado, referente a la percepción de la criminalidad vinculada a la migración extranjera, se desglosa en que 43 de cada cien consultados manifestaron que su vecindario se había vuelto inseguro; y 16 que muy inseguro, esto representa que más de la mitad de los entrevistados percibe la inseguridad de su vecindario, en función de la presencia de extranjeros.
Las posibilidades de desplazamiento determinan la configuración del espacio percibido, mientras más limitan a éste, el espacio cognitivo tiene mayores posibilidades de desarrollarse, pues éste está basado en la idea del lugar, mientras que el percibido se basa en la experiencia tenida con el entorno. El espacio percibido forma parte del espacio cognitivo,. La importancia del concepto de espacio cognitivo es precisamente, porque éste es obtenido, y elaborado a partir de las singularidades culturales y juicios de valor de la experiencia con el espacio físico y funcional. El espacio percibido, es el que se basa en el contacto directo de lo tangible y la práctica cotidiana con los estímulos del ambiente (Bailly, 1977). De ambos se genera el “Mapa mental”, que puede contener información almacenada en la mente, así como configuraciones espaciales obtenidas a partir de datos proporcionados por informantes, conjugados en modelos gráficos y dibujos que responden a juicios de valor, por lo que pueden ser representaciones incompletas con información parcial de lo que un individuo percibe de su entorno.
Dependiendo de la ubicación de los segmentos muestrales, la opinión de los entrevistados varió para manifestar su percepción respecto de la relación entre la inseguridad en el vecindario y la llegada de extranjeros. Al respecto, cerca de tres cuartas partes de informantes que viven en los vecindarios alrededor del segmento muestral numerado 08, localizado espacialmente al norte de la antigua Botica Solera, entre el inicio de la carretera a la Uruca y el Río Torres, calificaron de inseguro su vecindario, producto de la presencia de inmigrantes, que es el índice más alto, en relación a los otros segmentos muestrales .
El vecindario ha dejado de ser ese espacio binomial entre lo íntimo y público de la ciudad, a la que hasta hace 20 años, le aportaba su diversidad y a la vez, con su entretejido, conformaba su unidad.Los vecindarios revisten vital importancia, ya que de su articulación emana la imagen de la ciudad. Su estructura ambiental debe proyectar seguridad para la integración social, lo cual sólo puede ser lograda vinculando los medios culturales y/o políticos a los conceptos comunes de espacio, ya que toda actividad humana se desarrolla sobre él.
La Mayoría Opina Que Los Últimos 10 Años Son Un Desastre
El proceso de cambio de la realidad, se hace tangible en una dimensión cronológica determinada, conforme los fenómenos se suceden y se graban mediante la experiencia, consolidando así, la imagen perceptible para describirla. De ahí la importancia de inquirir sobre los parámetros temporales con que se percibe la génesis del fenómeno de la criminalidad convertido en una amenaza con un alto grado probable de manifestarse con eventos delictivos cada vez más frecuentes y violentos, que han producido la aceleración en la degradación del ambiente, el cual se refleja en los cambios de las diferentes escalas del paisaje urbano. Las opiniones se dividieron como se muestra en la Figura 3.25. Para el 68 % la criminalidad es un problema de los últimos diez. Para el 27 % la problemática se ha agravado desde hace 20 años, Y para 4 de cada cien desde hace 30 años; y solamente, un 1 consideró que siempre ha sido un problema.
La degradación del ambiente en el espacio del vecindario, involucra tanto los factores humanos como los físicos, y se hace equivalente a la vulnerabilidad que debe ser atendida con una planificación estratégica apoyada en el basamento del desarrollo sustentable.
La Criminalidad Incide Para Que Mis Vecinos Migren
En la transformación del espacio en la escala vecinal, es significativo destacar la incidencia de la criminalidad en la toma de decisión de los residentes de la ciudad, para migrar de San José como medida de mitigación. Lo anterior se deduce de los resultados obtenidos al preguntar ¿Ha pensado en cambiar de lugar de residencia?, un 57% contestó que no en función de carecer de los medios para hacerlo, no obstante, un 32% lo ha considerado y fuera del Área Metropolitana, es decir, un tercio de los entrevistados vislumbran como fuera de ésta, poder encontrar un sitio seguro para vivir, ya que la seguridad para las personas y los bienes ha disminuido.
El porcentaje que permanece en el Casco Central conserva vínculos de diversa índole con su vecindario que le hacen permanecer allí, y como medida alterna ante la inseguridad, refuerzan su vivienda con la multiplicidad de medidas de protección que fueron expuestas en el análisis escalar correspondiente. Sin embargo, estos mismos residentes, concuerdan y afirman que la criminalidad incide para que los que han podido dejen el vecindario.
Migrar de un sitio a otro implica un costo económico, pero además cultural. Es necesario romper con roles sociales, amistades, el sentido de pertenencia a ese lugar y recuerdos; a la vez que se debe adaptar al nuevo sitio de residencia, crear lazos y una nueva identificación. Si se considera que la mayoría de los residentes del Casco Central llevan muchos años habitando esta zona, su sentido de pertenencia esta muy desarrollado; lo cual atenúa su decisión para migrar. Adicionalmente, un alto porcentaje de los habitantes son ancianos, los cuales que tienden a quedarse o permanecer en su lugar.
Ante la pregunta ¿Cree usted que la inseguridad incide para que la población del centro busque mudarse a otros sitios?, un 68% de las personas encuestadas contestó que incide y mucho.
Como se puede apreciar, la inseguridad es un factor que esta influyendo en gran medida a la conformación actual de la ciudad de San José. Limita los lugares donde se puede estar a salvo, el momento del día en el cual se puede transitar por sus calles, la pertenencia al vecindario y la decisión para migrar. Ante esta realidad, es necesario encontrar alternativas para lograr que la población del centro logre desarrollar sus actividades diarias sin temor alguno, y así devolverles la seguridad que han perdido.
LA CIUDAD, UN ENTORNO IMPLACABLEMENTE INSEGURO
El Casco Central de la ciudad de San José, contiene elementos de su tejido urbano, como: parques, calles, y elementos arquitectónicos simbólicos que permanecen solamente en los mapas mentales de los residentes, puesto que en la realidad han desaparecido funcionalmente como el lugar distintivo e inolvidable, y están siendo ocupados por el avance de la frontera de la degradación ambiental urbana, cuya génesis se pierde en la dinámica dialéctica de la relación del componente social y el natural.
La percepción que los residentes del Casco Central tienen sobre la inseguridad que se vive en la ciudad, al trasladarse a sus centros de trabajo, los que laboran en el área, o los que tienen que transitar de un extremo a otro para esa actividad u otra gestión, es elocuente y alarmante cuando afirman 9 de cada diez, que percibe la ciudad de insegura y muy insegura.
Los datos son alarmantes, no obstante la ciudad de San José aún esta exenta de situaciones catastróficas por casos de terrorismo con bombas o por contaminación del aire o bien, por situaciones de conflictos a raíz de problemas raciales que degeneran en conflagraciones urbanas. Excepto por el reciente conflicto desatado por las intenciones de privatización del I.C.E., por el cual la ciudad vivió momentos de mucha tensión social, y puso de manifiesto el escenario de riesgo de la estructura urbana.
Pero es la percepción de la criminalidad la que alimenta el sentimiento de inseguridad y que cada vez se haga más latente, marcando una tendencia irreversible, sin importar el sexo, el nivel de instrucción y mucho menos, la edad. Y si para algún sector de la población aún era rescatable, sin grandes expectativas, el sentimiento de seguridad que en más de un momento prodigó la escala del vecindario, en la escala de la ciudad, se pierde del todo. Por ejemplo, si se analizan los datos arrojados por el instrumento utilizado en la investigación, respecto de cómo es calificada la ciudad según el sexo, los números se muestran en la siguiente .
Sin importar sexo, edad, o nivel educativo, todos opinan igual
Según los datos de la Figura 3.29, se confirma el criterio de la ciudad de San José como un escenario de riesgo. De cada 10 varones que fueron entrevistados, 9 externaron su opinión sobre la ciudad, de insegura y muy insegura. Y con respecto a las mujeres, el criterio expresado fue el mismo, 9 de cada diez califican a la ciudad de insegura y muy insegura
Si se compara la información asociada a los grupos de edad, sin distinción del sexo, prácticamente no hay diferencia significativa entre los grupos entrevistados, pues en todos se mantiene la proporción de 9 de cada diez, afirman que la ciudad es insegura y muy insegura.
Como puede inferirse del gráfico precedente, la tendencia en el sentimiento de inseguridad por parte de los residentes del Casco Central de San José, es creciente con la edad. Lo cual está vinculado a otras condiciones de la población, que generan su vulnerabilidad, principalmente de los jóvenes y de los ancianos.
De ahí que los espacios que caracterizan la ciudad en general y en alguna medida la de nuestro interés en particular, como parques y plazas por ejemplo, llamadas áreas verdes, o lunares verdes de la piel urbana, escasas de por sí, han dejado de ser el sitio para disfrutar una tertulia. Los ancianos, frecuentan con intranquilidad esos lugares, ellos conforman un grupo muy vulnerable, según los datos presentados. Los jóvenes y adultos, ya ni siquiera las atraviesan para acortar camino. Y los niños han dejado de disfrutar las hamacas o el tobogán, puesto que sus madres no los llevan y menos aún dejarlos ir solos, por temor a que les roben los tenis, el reloj, o la “bici” en el menor de los casos. Estos lugares han pasado a ser espacios desolados, con la excepción del parque Central y la Plaza de la Cultura, que es una zona de tránsito, sin embargo, los residentes de la ciudad los califican de alto riesgo.
La zonas del Mercado Central y la que tradicionalmente se le llama “Zona Roja”, localizada entre calles ocho y doce, desde avenida tres, hasta El Paso de la Vaca, fueron identificados como lugares inseguros. No faltó quien expresara que todo San José.
Momento del día de mayor inseguridad
La inseguridad ha limitado los lugares a los cuales se puede ir con tranquilidad, y las horas en que se puede transitar por la ciudad. La Figura 3.32 refleja las respuestas a la interrogante ¿en qué momento del día es que los ciudadanos sienten mayor inseguridad?, la cual evidencia que la noche es considerada un momento impropio para trasladarse por San José. Resulta significativo además, que una quinta parte de los entrevistados consideran que cualquier momento del día es inseguro.
Puntualizando Los Sitios Más Riesgosos
La consulta permitió identificar los lugares que los residentes consideran de mayor riesgo de acuerdo a su percepción de la criminalidad. Agrupados los datos con base en la relación del sentimiento de seguridad o inseguridad en la ciudad y los lugares identificados como de alto riesgo, se pudieron ordenar de acuerdo a la frecuencia de los lugares mencionados, el porcentaje según la percepción de seguridad o inseguridad, y el porcentaje respectivo, asociado a esta percepción de los lugares en cuestión, obviamente, las áreas de los sectores se intersecan y sus límites se entrecruzan.
LUGARES INSEGUROS Y CRIMINALIDAD COMO AMENAZA (EN PORCENTAJES)
LUGARES IDENTIFICADOS Porcentaje
Mercados y por Prensa Libre 24,0 Zona Roja 9,0 Mercado Central 8,0 Avenida Central y Segunda 8,0 Parques en general 8,0 Mercado Borbón 7,0 Paso de la Vaca 7,0 Coca Cola 7,0 Parque Central 5Calle 12 5,0 Calle 8 5,0 Zonas aledañas Correo Central 2,0 Todo San José 2,0 No Sabe / no Responde 2,0 Total 100
Fuente: Encuesta Percepción de la Criminalidad Urbana en el Casco Central de San José Julio 2000
Identificados locacionalmente, los lugares referidos a la percepción de la criminalidad urbana, del Casco Central de la ciudad de San José, en mayor o menor grado, por el sentimiento de la inseguridad ciudadana que inspiran, puede advertirse, que la centralidad y la densidad de población y actividades que en ellos se lleva acabo, son factores, que fertilizan el terreno para crear las condiciones de vulnerabilidad y propician la amplificación del deterioro ambiental.
La ciudad para su funcionamiento requiere del flujo multidireccional de bienes y servicios, como agua, aire, suelo, entre otros de carácter físico. Pero también requiere de silencio, espacios arquitectónicamente agradables, y sobre todo seguridad ciudadana. El conjunto de estos elementos, constituye un patrimonio común, que con base en los datos del cuadro precedente, se puede afirmar que se está perdiendo. Por ejemplo, casi 6 de cada 10 personas entrevistadas, ubican el sector denominado: Mercados del Centro, que incluye, El Mercado Borbón, y por Prensa libre, de los cuales 4 de ellos, lo califica de inseguro, y la mitad de muy inseguro. Así mismo, la mitad de los consultados que identificaron el área denominada por ellos como: “Zona Roja, la describieron como insegura, y un 40 % la consideraron muy insegura. De los que ubicaron el lugar denominado Calle 8, el 60 % lo calificó de muy inseguro. Igualmente, el 50 % de los que identificaron el sitio Paso de la Vaca, lo calificaron de inseguro. De los que identificaron el lugar denominado Calle 12, de cada 10, 9 dividieron por la mitad su opinión, unos calificándolo como inseguro y los otros como muy inseguro.
Los parques, de los que se ha mencionado su papel protagónico en la identidad de la ciudad, son otros espacios, percibidos como inseguros por 6 de cada 10 entrevistados, y casi 4 como de muy inseguros. Estos espacios se ven desolados, sin embargo, el Parque Central, que fue identificado por un 15 % de los consultados, la mitad lo calificó como muy inseguro, los otros entrevistados se inclinaron por calificarlo como inseguro.
No obstante, en su área, se desarrollan actividades de diversa índole, y concentra población, flotante, a saber: desempleados, inactivos, transeúntes, juglares, del sector informal y paseantes, entre otros, según fue constatado mediante la técnica de observación del entorno con el trabajo de campo. Debe mencionarse, que ha habido inversión por parte del gobierno local en el rescate de estos elementos urbanos, no obstante va dirigida principalmente a mejorar el clima de la experiencia visual, y muy particularmente, referida a la vulnerabilidad estructural o física (Foto 3.13), más que a promover la reducción de la vulnerabilidad social, como parte de la gestión ante la criminalidad como amenaza y por consiguiente, minimizar las condiciones de riesgo, que se generan en esos espacios. Específicamente el sitio denominado La Coca Cola, fue calificado como muy inseguro por 6 de cada 10 de los que lo identificaron. Este sector es característico por la cantidad de terminales de buses tanto del oeste de la ciudad , como de la región norte, y todo el Pacífico del país.
La avenida Central, desde el hospital San Juan de Dios, hasta Cuesta de Moras, y la Avenida Segunda, fueron identificados por un 20 % de los entrevistados, de los cuales 6 de cada 10 opinaron que son lugares inseguros. Los 4 restantes opinaron que son muy inseguras.
El lugar denominado alrededores del Correo Central, fue identificado solamente por un 4 %, de los entrevistados, de ahí que no es relevante, el dato de que 7 de cada 10 lo calificaron de inseguro. No se ampliará en más detalle acerca de los lugares identificados con “Calle 12” y “Calle 8”, pues ya fueron contemplados dentro de la denominada zona Roja.
SÍNTESIS
El carácter irreducible del riesgo y su necesaria integración al manejo de la ciudad, debe orientarnos al manejo del riesgo desde las normativas de la dimensión social, o sea del riesgo mínimo aceptable, que comprende un enfoque cualitativo y semi cuantitativo, abocado al análisis de la vulnerabilidad que desemboca en la creación de jerarquías sociales y espaciales de los elementos expuesto, a partir de los cuales es válida la elaboración de mapas de zonas vulnerables, en los que se apoyan las propuestas de prevención .
La gestión de desastres debe ser considerada como un camino de análisis por el que van y vienen ideas que cuestionan constantemente el desenvolvimiento de toda actividad humana, en la búsqueda del equilibrio de la relación con el componente natural, pues de su rompimiento, provienen las condiciones de vulnerabilidad global y riesgo, tanto de las amenazas de fenómenos naturales, como de los que la misma sociedad gesta en su accionar.
En el análisis de la criminalidad desde el enfoque de la gestión de desastres, se hace imperativo recurrir a un modelo sistémico, que permita visualizar la orientación y conducción articulada con que deben ejecutarse las acciones de prevención, mitigación y de preparativos, de manera interrelacionada y correspondientes con las diferentes fases de la gestión tales como :el antes, el durante, y el de la recuperación o llamado tradicionalmente del después, frente a la ocurrencia de los eventos delictivos, en el caso de la criminalidad, así como se plantean para la gestión de desastres en el análisis de las amenazas de origen natural .
Es decir, las actividades de prevención y de mitigación sólo serán exitosas si se proyectan efectivamente hacia las necesidades de preparación o de respuesta post impacto; en este caso de eventos delictivos. Lo mismo que la forma y contenido de las actividades que se realizan durante la gestión de la ocurrencia del delito, tendrán incidencia en las actividades de la recuperación, éstas a su vez, deben ser en sí mismas, acciones de prevención y de mitigación ante futuras posibilidades de ocurrencia.
La búsqueda de la eliminación o reducción de los actos delictivos, por medio de la participación individual y organización comunal, por ejemplo, en conjunto con las instituciones responsables de la seguridad ciudadana, constituyen acciones de prevención, y se les denomina gestión de las amenazas. “Las acciones de prevención es decirle no a las amenazas” (Lavell, 1996). Entre otras, la antrópica como la criminalidad.
Las acciones de mitigación, en ocasiones son tomadas como de prevención, pero su connotación va dirigida la reducción de la vulnerabilidad, tanto física como social, ya que su competencia, comprende :desde aspectos legales y su respectiva normatividad establecidas para el uso de la tierra, y las medidas de seguridad ciudadana, hasta las de construcción y regulaciones del bien común que es la ciudad.
La mayoría de las acciones de prevención y mitigación deben ser reguladas y puestas en funcionamiento por autoridades e instituciones competentes en su campo, por ejemplo: el Ministerio de Seguridad Pública, las municipalidades, y las organizaciones comunales.
Las actividades relacionadas con los preparativos, están representadas tanto por su vínculo con las actividades de prevención como con las de mitigación, ya que están relacionados con la organización de la sociedad y de las instituciones para facilitar la fase de atención de una situación de emergencia. A este respecto cabe mencionar, los planes sectoriales de las instituciones encargadas la seguridad ciudadana, de los cuales se generan los planes comunales, mismos que serán tratados en el capítulo siguiente, desde el enfoque de la percepción y el accionar de la organización comunal, los sistemas de seguridad estatales y privados, con los que cuenta el Casco Central de la ciudad de San José.
Las fases de la visión global de la gestión de desastres, no pueden ser aisladas o discretas sino concatenadas e integradas sistémicamente en el entendido que, las acciones que se ejecuten en cada una de las fases, tiene su incidencia positiva o negativa, por parte de los actores del componente social, a saber :la comunidad desde su organización, las instituciones públicas, desde las normativas y responsabilidades atribuidas constitucional y jurídicamente, y el sector privado desde su condición de oferente alternativo, en el préstamo de servicios que garanticen la seguridad privada.
Se debe reiterar, que la cartografía que se genera para una mejor comprensión de las amenazas y las vulnerabilidades, son valiosas y deben ser tomadas muy en cuenta como insumos técnicos que facilitan desde la información contenida en ellos, la toma de decisiones para la ejecución de las actividades de prevención, mitigación y de los preparativos, y no como medidas de estas acepciones en sí mismas.
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