SUCEDIÓ EL 9 11 01 EN LA ISLA DE MANHATTAN
Guillermo Carvajal Alvarado
A veces los nombres de lugares no parecen decirnos mucho y, en ocasiones, un lugar se fija en la mente humana por un evento, un personaje o una circunstancia. Para cualquiera de nosotros el nombre de Manhattan pareciera de cuna anglófona quizá sobre todo por su forma de pronunciarlo (man-hátan) y hasta por su escritura, que fue transformada por los convencionalismos de la lengua inglesa. Esto nos lleva entonces al origen del nombre, el cual, designaba a un grupo indígena y significa en la lengua de los lugareños islote. Y ciertamente eso es Manhattan, una bahía rodeada de islotes hoy día todos ellos hiperurbanizados por lo que a veces ni nos percatamos de la noción de isla debido a las autopistas que las comunican con el continente.
Pero hemos de aclarar que en los mismos Estados Unidos existen varios sitios con el mismo nombre de Maniatan; uno en el estado de Kansas a orillas de río Kansas; otro es una ciudad playa Manhattan Beach, ciudad del suroeste del estado de California, a orillas del Océano Pacífico, a unos 20 kilómetros al sur de Los Ángeles. Pero el Manhattan que nos interesa en esta ocasión es la isla ubicada al sureste del Estado de Nueva York, recorrida al Oeste por el río Hudson el cual separa a New York de New Jersey y que el Est. River la flanquea por el lado Este. El mayor conglomerado comercial y financiero y bancario se desarrolla al sur de la isla, en una punta que mira al hacia el río Hudson. Manhattan es uno de los cinco barrios que forman la ciudad de Nueva York. La isla de Manhattan tiene una extensión de 20 kilómetros. En total la isla tiene 57 kilómetros Km/2, con más de 1.500.000 habitantes, es un distrito financiero, bancario, sede Wall Street; con un parque inmobiliario gigantesco es un centro de rascacielos.
En la isla está la sede de la organización de las Naciones Unidas y la Universidad de Columbia (Columbia University) y por supuesto el Word Trade Center, o centro mundial del comercio, edificación que constaba de dos torres gemelas levantadas en la década de los sesenta como símbolo del poderío y el triunfo de la tecnología, de la arquitectura y la ingeniera sobre los convencionales arquitectónicos. La arquitectura tipo rascacielos se consolida en esta zona y se multiplicaron las construcciones por encima de los cien pisos.
Curiosamente cuando se piensa en los eventos ocurridos el 11 de Septiembre del 2001, fuera de los Estados Unidos, no se menciona el lugar, el sitio exacto. Hecho curioso, se tiende a creer que los atentados terroristas se dieron en la Ciudad de New York, situación que es normal, en virtud de la ignorancia que existe sobre los lugares y porque en muchas partes del mundo el fuerte crecimiento de las ciudades tiende a fusionar unas con otras, esto produce que a la vez se mezclan los lugares unos con otros.
Si bien es cierto, los sucesos acaecidos el 11 de Septiembre del 2001 afectaron la vida ciudadana de la ciudad de New York, el escenario de los eventos se dieron en la bahía de Manhattan y no cabe duda que el peso para los lugareños es mucho más fuerte que para el resto de sus vecinos, los neoyorquinos.
En todo caso, ese no el tema de discusión. Los lugares geográficos tienen un sitio y situación que los puede hacer más atractivos para ciertas actividades y a la vez más vulnerables para otras; tampoco afirmaremos que Manhattan estaba predispuesta a un evento de esta naturaleza, aunque ya el mismo Word Trade Center había sido escenario de un atentado terrorista de gran magnitud. Ciertamente en un área reducida se concentran algunas instituciones que son centro mundial de tomas de decisiones y esto de seguro que afecta la visualización del área.
Una gran bahía, desarrollada de manera intensa por un proceso de urbanización que ha llevado a aprovechar todos las tierras disponibles y la recuperación de muchas tierras al mar, el crecimiento de Manhattan se ha dado en mucho sobre materiales de relleno que se le han ganado a tierras anegadas
TRAS LA CALMA...
LA TEMPESTAD
El 11 de Septiembre del año uno del tercer mileno era un día como muchos otros, era un día más para la mayor parte del mundo. Ya para muchos en el mundo occidental el golpe militar contra el Dr. Salvador Allende empezaba a borrarse y el 11 de Septiembre era un día que otros tratarían de olvidar ahí mismo donde se produjeron los atentados en el Pentágono, donde se gestó la caída del gobierno socialista electo por voluntad popular. Ese tiene y tendrá recuerdos para los habitantes de América Latina: el 11 de Septiembre de 1973, 28 años después del derrocamiento sangriento, tuvo lugar ahora en Manhattan, en los Estados Unidos, un hecho que la humanidad nunca olvidará, por el dolor humano y por la forma en que la mayor parte del mundo vio las noticias ese día.
Ese día en el país con la geografía más larga de la región, un largo país de hermosas tradición democrática, los militares derrocaban al gobierno de Dr. Salvador Allende. Caía con él, el sueño de un pueblo y un gobierno elegido popularmente y se instalaba una sangrienta dictadura militar. Coincidencia fatal de fechas para el continente: la irracionalidad y la violencia destruyen vidas humanas inocentes. La noche anterior al 11 de Septiembre transcurrió de manera normal, los prensa mundial no advirtió nada extraño, las bolsas del mundo occidental cerraron su jornada tal y como venía sucediendo durante el período. En todo el planeta hubo nacimientos, defunciones, matrimonios, divorcios, todos los grandes eventos de la vida se produjeron sin que ninguno marcara primacía sobre el otro.
El mundo en su gran diversidad de horarios y climas del planeta mientras unos se despiertan otros apenas se acuestan, así que como el mundo no tiene un momento exacto para todos, los hechos suceden en horas y hasta en días diferentes; sólo para quien vive los hechos ocurren en una hora y un lugar preciso.
Ese día 10 de Septiembre del 2001 fue para todos los ciudadanos del mundo un día posiblemente sin pena ni gloria para la humanidad como un todo. Ningún evento se anunciaba en el espectro del tercer planeta del sistema solar, nada que carcomiera las mentes de los ciudadanos del globo, ni en uno ni en otro hemisferio.
Todo se anunciaba como una continuidad del calendario y de las preocupaciones más allá de las habituales angustias de los ciudadanos pobres de todo del mundo. En todo el planeta con sus husos horarios diferentes, mientras unos se levantan otros se acuestan, el mundo durmió una noche que no hacía pensar en que grandes eventos, ni en una sacudida de la humanidad.
Para los habitantes de América Central fue igual acostarse temprano par retomar las actividades del día siguiente, pobres y ricos envueltos en sus rutinas cotidianas del devenir de un nuevo día. En esta parte del mundo donde la gente se despierta temprano porque el día lectivo inicia relativamente temprano, a las 7 de la mañana para muchos niños(as), y donde los noticieros más importantes inician la lectura de las noticias y las novedades del día muy temprano, a las 6 de la mañana. Ese día el siguiente al 10 de Septiembre del 2001 despertó igual, el sol ya firme, era una mañana de un mes habitualmente lluvioso en toda la región.
Y DE REPENTE LA TEMPESTAD
SE EXTIENDE POR EL ORBE
De repente como que todo se detiene y como un hecho sorpresivo en el aeropuerto John Fitgerald Kennedy, se da la alarma del secuestro de un avión de pasajeros: un boeing 747 de una línea comercial fue tomado por sorpresa y luego se reportan tres hechos idénticos en aeropuertos cercanos y más tarde un cuarto avión también es secuestrado. En el propio corazón de los Estados Unidos está sucediendo algo que nadie había ni siquiera imaginado: cuatro aviones eran secuestrados e iban a servir como mísiles para destruir objetivos simbólicos. En la ciudad de New York eran la 8:30 de la mañana, aquí la vida empieza a las 9 de la mañana, ya la gente se dirigía a sus trabajos, era un día como otros. De repente, el humo proveniente de la bahía de Manhattan empieza a extenderse con fuerza sobre toda la ciudad y ya no es sólo la bahía sino que el humo llega a la ciudad.
Un camarógrafo aficionado registra el extraño momento en que un avión de una línea comercial impacta una de las llamadas torres gemelas, de ahí se expande el humo. Los transeúntes que se dirigían al Word Trade Center, como se conoce a estas dos grandes edificaciones ubicadas en la bahía de Maniatan, escucharon que se trató del impacto de un avión.
Un accidente -pensaron todos-, nadie podía imaginarse de lo que se trataba ni como este acto iba a cambiar la historia de la humanidad en una mañana que se anunciaba como una más.
La televisión de los Estados Unidos que llega a América Central mantuvo la señal transmitiendo el incendio en una de las torres como algo relativamente normal, la imagen se quedaba fija en aquella inmensa torre invadida por el humo; unos 25 minutos después y ante los ojos del mundo, un avión visible por televisión se ve surcando los cielos y aproximándose hasta chocar, ahora de manera deliberada, contra el cuerpo de la segunda torre.
El humo entonces cobró fuerza y la gente y los periodistas estaban ahora transmitiendo en vivo y a todo color un evento que se daba en uno de los grandes centros financieros de la economía occidental; el World Trade Central estaba herido de muerte, dos misiles de fabricación americana, dos aviones de líneas comerciales con sus pasajeros y tripulación habían sido tomados por sorpresa en los aeropuertos cercanos a la ciudad de New York, y habiendo burlado los sistemas de alarmas se habían ido a estrellar contra las llamadas torres gemelas.
Ahora sí tal y como había sucedido en la llamada Guerra del Golfo, los televidentes de todo mundo sin importar la hora estaban viendo en vivo y a todo color el atentado jamás antes imaginado.
Recuerdo que observé un largo rato las imágenes casi sin poner cuidado a las palabras de los periodistas de la C.N.N en español, sus voces se oían entrecortadas, las palabras no llegaban a sus labios, la noticia no estaba en las pizarras que les sirven de guías para realizar su trabajo. Tenían que improvisar, igual sucedía con los periodistas de todos los países. Las ventajas que da el control a distancia del televisor permitía pasar de un canal a otro rápidamente y verificar que estaban mostrando. Las pantallas de todas las cadenas del mundo occidental estaban ahí sobre la Gran Manzana. Las informaciones que llegan a los periodistas rápidamente llegan al público.
Por largo rato, no se codifica la información, como suelen hacerlo los militares, y ésta fluye espontáneamente de los periodistas. Se informa que el presidente George W Bush que estaba de visita en la Florida ha sido informado de la situación, pero que también se teme por su seguridad personal.
Los medios de comunicación de los Estados Unidos hablan al mundo sin escamotear su asombro, el país viene de sufrir el más grande los atentados terroristas asestado en su propio corazón, con su propia tecnología. No había mucha información sobre el objetivo de los atentados, ni sobre quienes reivindicaban las acciones. Se informa que un tercer avión se había estrellado contra una de las cinco alas del edificio del Pentágono y minutos después se mencionó que un cuarto avión había caído en las afueras de New Jersey. Parece irreal, de repente la superpotencia, el gran ejército y todos sus cuerpos especializados, no atinan a señalar qué es lo que sucede y los actos de terrorismo se suceden unos a otros, ¿Será el fin del mundo? El holocausto visto por la televisión. Se informa que por medidas de prevención al vicepresidente se le protege en un sitio seguro y por un rato se carece de información oficial sobre el presidente George W. Bush. No hay declaraciones oficiales, todo fluye muy espontáneamente, la imagen de las torres está ahí ardiendo sobre los ojos del mundo y no hay explicación, ningún periodista se atreve a adelantar criterio sobre la procedencia de quienes habían desencadenado aquella escena dantesca.
De repente las imágenes de todos los canales de televisión estaban sincronizadas en lo que sucedía en la Gran Manzana, ahí las torres gemelas libraban su lucha contra el combustible de los aviones que ya las había amenazado de muerte. La gente al principio apenas medio corrió como para abandonar la escena, ¡nadie entendía lo que sucedía! Un atentado, eso si era seguro, el segundo avión había sido visualizado por las cámaras de televisión y por camarógrafos aficionados, ahora sí era un tentado contra las torres gemelas.
Las cámaras y los canales de todos el mundo se posesionaron de la imagen de lo que sucedía en la bahía de Manhattan, en ese momento no se mostraron tomas de lo sucedido al edificio del Pentágono que ya había dejado de ser un edifico de cinco alas pues una de ellas había sido impactada y severamente dañada. Y del avión caído en New Jersey tampoco se informaba mucho. Las noticias eran muy escuetas, un atentado, un atentado de grandes magnitudes, ni hay precisión en las informaciones, los periodistas se limitan a narrar lo que todos estamos viendo por las pantallas de televisión. Las torres seguían ardiendo, el humo y los detritos del impacto de podían percibir a través de las cámaras.
El incendió prosigue y la gente se ve desesperada, corren buscando alejarse de aquella hoguera humana, de repente el humo parece densificarse y enturbiarse y sucede lo que nunca jamás nadie imagina, la primera torre se desploma. Se informa que ya algunos de los trabajadores pudieron abandonar el edificio y ponerse a salvo, no hay datos exactos sobre el total de víctimas. Pero ya está claro, ambas torres habían sido embestidas por aviones comerciales, ahora ya esta claro, es un ataque terrorista sobre puntos estratégicos de la seguridad y de la imagen visual de los Estados Unidos.
Los periodistas están explicando esta primera conclusión cuando la segunda torre, donde esta la antena de transmisiones colapsa. El mundo entero ve como esa inmensa torre cae sobre su propio peso, fue una implosión perfecta. Asombro, consternación, ahora si ya las torres están en el suelo, se habla del saldo de las víctimas, periodistas y transeúntes saben que esta mañana el mundo cambia para todos.
Ningún cuerpo de seguridad del Estado pudo haber imaginado un ataque de esta naturaleza, a lo lejos en la bahía el humo y la fuerza de la implosión dejan un aire denso, espeso y oloroso a tragedia. El mundo entero se conmina ante las imágenes que vienen de presenciar miles de vida cegadas en un breve lapso de tiempo.
Lo que empezó como una transmisión con un tono algo sensacionalista, toma noticia de duelo de la nación y del mundo. En esa mañana misma casi no hubo nadie que se atreviera a explicar por qué se dieron esos atentados. Seguro muy pocos periodistas poseían información. Ahora la noticia estaba del lado de las víctimas, ¿Cuál había sido el saldo en vidas humanas de aquellas imágenes que habían ocupado las pantallas de televisión?
El mundo está de duelo, centenares de personas inocentes no se percataron nunca que habían sido utilizadas como proyectiles y miles de trabajadores(as) que sintieron el impacto no se percataron de la magnitud de lo que se avecinaba. Ahí están las huellas de un atentado que ha demostrado la crueldad, y lo frágil que somos todos, nuestros Estados, nuestros edificios y que la lección la aprendimos finalmente: seremos en adelante los ciudadanos civiles del mundo los que estamos expuestos en esta sangrienta guerra que no parece tener ni principio ni final, y que no sabemos adónde nos va a llevar, ni cual ciudad será el próximo objetivo, y si seremos nosotros. Los terroristas, quienes quiera que hayan sido, demostraron su crueldad y nos dejaron claro el mensaje: aquí todos(as) somos estratégicos en esta guerra.
La etapa más difícil fueron los primeros días cuando aún los familiares pensaban en encontrar con vida a sus familiares desaparecidos tras el colapso de las torres. Las labores de remover escombros se hizo con paciencia pensando en rescatar evidencias de cuerpo y fueron muchos meses de trabajo organizado.
Miles de toneladas de escombros, obsérvense el grosor de los materiales, el trabajo de los bomberos y del voluntariado fue arduo y en un tiempo récord se pudo limpiar el área afectado por la caída de las torres.
En la actualidad, las labores de limpieza han concluido y se habla de varios proyectos para recuperar la febril actividad comercial que había tenido la Gran Manzana. No obstante las posiciones entre autoridades locales, federales, empresarios y familiares de las victimas no coinciden. Para los familiares de las víctimas en la zona del desastre debería mantenerse un campo santo en homenaje a la gran cantidad de desaparecidos y a las víctimas que cayeron en una gran guerra a las que no eligieron ir.
A un año de los atentados, las heridas no cicatrizan y el mundo en general no encuentra dirección. La lógica belicista se impone: ya se destruyó un país, el caso de Afganistán, y ahora se habla de declarar la guerra a Irak.
La inseguridad mundial campea por doquier en el planeta; la lógica de la irreconciabilidad de las fuerzas, los discursos en tono airados y desafiantes se imponen, son aires de guerra y, curiosamente, son épocas en que las víctimas de estas guerras no son los militares sino que son cada vez más las poblaciones civiles, hombres, mujeres, niños(as), y ancianos(as); la violencia irracional acapara la mente de muchos hombres y mujeres que toman decisiones sobre todos nosotros.
Mientras tanto es mejor escribir un mensaje que nos haga reflexionar, para que en ninguna parte del mundo sean las mujeres y los hombres, los niños(as) y los ancianos(as) los que sirvan de escudo protector a la impunidad de políticos y militares, y que ojalá nunca más se repitan esas escenas. Por eso creo que en un día como hoy, hay que tener esperanza en los que nacen sin esperanza.
________________________________________
INICIO SUMARIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario