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sábado, 29 de agosto de 2009

EL TRANVÍA DE LA CIUDAD DE SAN JOSÉ EN LA HISTORIA DE COSTA RICA: PASADO Y PRENSENTE DE UN MEDIO DE TRANSPORTE

EL TRANVÍA DE LA CIUDAD DE SAN JOSÉ EN LA HISTORIA DE COSTA RICA: PASADO Y PRENSENTE DE UN MEDIO DE TRANSPORTE
Dr. Guillermo Carvajal Alvarado


Dedicatoria

A Jesús Alvarado Andrade

A Sigifredo Alvarado Vargas

A Don Cayetano Porras Sandoval


A mis difuntos padres Flora Alvarado Vargas y Guillermo Carvajal Cabezas, una inspiración para enfrentar la vida con optimismo. Se que de ellos aprendí que la vida es una lucha peramente y que nada viene de la nada.

Hay libros que cuesta mucho escribir, curiosamente no es la historia de este libro, casí diria que estuvo permanene en mi mente desde mi infancia, sentí que entre todos ellos me lo dictaron, yo solo tomé nota. Mi abuelo Jesús Alvarado Andrade, inculco en mi el gusto por el tranvía, y muchos pasajes del libro son reconstrucciones de espisodios narrados por estas personas que viven siempre en la mente de uno. Mi abuelo don Chus, fue un hombre muy orgulloso de su oficio de maquinista, mi tio Sigfredo Alvarado vargas me amplió años más tarde algunos detalles y me regalo la fotografía de todos los trabajadores de la Compañía del Tranvía y don Cayetano Porras, yerno de mi abuelo, casado con mi difunta tía Hilda Alvarado Calderón me ayudó a precisar más ideas generales.

PRÓLOGO

El tranvía de la ciudad de San José en la historia de Costa Rica: pasado y prensente de un medio de transporte, es un libro nuevo surgido de una primera versión que fue financiada y publicada por la Editorial Voces de la Ciudad de la Municipalidad de San José y debo agradecer a Renato Cajas Corsi por el interés en que dicho texto diera a luz. La elaboración de aquella primera edición fue compartida. En esta ocasión he optado por reorganizar el texto, a sabiendas que la primera edición se encuentra ya agotada desde hace varios años y he vuelto al texto para retomar el tema en plenitud de responsabilidad y revisar integralmente la primera versión.

Para las generaciones josefinas nacidas después de 1951, el tranvía ha sido un tema de conversación y de recuerdos familiares. Mis padres fueron usuarios tranviarios y mi abuelo materno, don Jesús Alvarado Andrade, fue uno de los motoristas. Con gran orgullo nos mostraba las fotografías de la época floreciente del tranvía.
Crecí, entonces, con la admiración que mi abuelo provocó en mí por aquellas viejas máquinas. Desde niño quise escribir y entender lo que había pasado. La vida da revanchas y hoy, se conjuga una bonita oportunidad de explorar la historia, responderme y responder a ustedes, muchas de las preguntas que siempre nos hemos hecho con este medio de transporte.

Este texto me acompaño desde mi infancia, y lo construía cuando escuchaba a mi abuelo paterno, don Jesús Alvarado Andrade narrar sus vivencias como funcionario de la Compañía del Tranvía. Mi abuelo fue conductor del tranvía y tuve la suerte de siempre ponerle mucha atención a aquellas narraciones de mi abuelo, y supo desde muy temprana edad que tendría que enfrentar este reto de escribir algun día un texto en donde pudiera explicarme muchas de las dudas que mi abuelo supo sembrar en mi. De manera que en el seno familiar el tranvía no fue tan sólo un medio de transporte sino parte de la historia laboral de mi familia.

Mi tío Sigifredo Alvarado Vargas , con apenas 18 años de edad, recuerda haber conducido el tranvía desde el switch de Chico Soto hasta el último switch en la boca de Sabana, mi abuelo, pensó en adiestrarlo para que le sucediera en su empleo, otra suerte correría el jovén adolecente, quien se convirtió en un popular futbolista entre 1945-y 1960 vistiendo la casaca del Deportivo Saprissa, de su amado Orión Fútbol Club y del Club Sport Uruguay y de la Selección Nacional, con la que alcanzó su máximo logro deportivo, al obtener la medalla de bronce en en los los juegos Panamericanos de Argentina en 1951.

La desaparición del tranvía causó consternación en muchos ciudadanos así lo expresaró Mario Sánchez, el 1 de agosto de ese mismo año, el tranvía funcionó por última vez. El día que don Mario Sánchez recibió la noticia, se le llenó el alma de nostalgia. Entonces, trabajaba como inspector de aduanas en puerto Limón. "Sentí como un tirón en el corazón, porque aunque algo lento, el tranvía era un vehículo cómodo y seguro. No había muchas restricciones para viajar y hasta el último día fue decente y muy aseado", comentó el maquinista en una reciente conversación. (Http-www.La nación Digital.co.cr)

Pese al medio siglo transcurrido desde que la Compañía envió una carta a sus empleados en la que les informaba que el tranvía no volvería a funcionar, don Cayetano aún puede recordarse frente al espejo con su camisa blanca, una corbata oscura y el quepis con el número 9.

Don Cayetano Porras, casado con la difunta tía Hilda Alvarado Agüero, a quien mi abuelo recomendó ante la gerencia de la compañía del tranvía, por su parte, confiesa que el informe del cierre de la Compañía lo tomó por sorpresa. Ninguno de ellos, trabajadores con muchos años de antigüedad vislumbró el cierre del tranvía.

Tano, trabajo durante ocho años para la Compañía del Tranvía, pero sus vívidas memorias casi sugieren que lo hizo durante toda su vida. "Hasta con 130 pasajeros cargué yo el tranvía 17, el más grande de todos. La gente iba para un partido de fútbol en el Estadio Nacional. Había que ver cómo subía esa máquina la gradiente de Los Sauces, allá por donde está ahora el Tenis Club".


Todo lo contrario los empleados pensaban fortalecerlo y por eso Cayetano estaba organizando un sindicato para que los empleados pudieran reclamar sus garantías laborales. Primero debió enfrentar la falta de apoyo de la mayoría de sus compañeros y, poco después, el despido.


Pero así como don Jesús Alvarado Andrade enseño a su yerno Cayetano Porras Sandoval, éste a su vez se convirtió en el maestro de otros nuevos maquinistas, así lo confesó Manuel Rojas "Fue Cayetano quien nos enseñó a los dos a manejar, allá por 1937, cuando empezamos a trabajar en la Compañía (Costa Rica Electric Light and Traction Corporation, concesionaria del contrato)", recordaba don Jorge. "Lo más importante es que todos aprendimos de todos, porque para ser motorista o conductor había que tener un poco de cultura. Fíjese que con mucha frecuencia congeniábamos con pasajeros de la high". ( www.LaNación.co.cr digital) Editorial Librería Alma Mater. La del Toldo azul.

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