Esta es la pagina del Dr. Guillermo Carvajal Alvarado, profesor de la carrera de Geografía en la Universidad de Costa Rica. El objetivo de la página es recoger parcialmente el pensamiento del autor, expresado en algunos foros. Los invito a leer los testimonios ofrecidos por un profesional comprometido con la academia y con la sociedad civil.
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AÑORANZAS DEL LICEO DEL SUR
Guillermo Carvajal Alvarado
Como buen vecino de barrio Sagrada Familia y habiendo aprobado mi sexto grado. Mis oportunidades de estudio estaban en el Liceo del Sur. Que significaba cambiar de barrio, ir todos los días de barrio Sagrada Familia a barrio Cuba. Recuerdo todavía que cuando entré al Liceo del Sur, no había conexión directa entre los dos barrios. En aquellos años se atravesaba de un barrio a otro, saltando las piedras del rió María Aguilar. Una caída era fatal, significaba devolverse a la casa y perder el día.
Pero niños y niñas éramos hábiles saltadores, y dependiendo de la prisa hasta se podía uno divertir inventando saltar de tal a cual piedra. Claro ya para esa época el rió estaba muy contaminado. Y una caída significaba una fatalidad, pero sucedía pocas veces.
Pero ya al poco tiempo los diligentes vecinos de sagrada Familia, se organizaban para que la Municipalidad de San José, construyera un puente que comunicara a los dos barrios. El mismo puente que aún subsiste, y que se ha debido instalar varías veces. Con la estación lluviosa el puente ha sido arrasado varias veces, pero no se ha destruido se mantiene medio destartalado.
Claro en la época lluviosa y sin puente, había que dar la vuelta por barrio Los Pinos. Que siempre me pareció un nombre muy raro, ya que desde que lo conozco, nunca vi un pino. Lo cierto es que la vuelta por los Pinos, nos obligaba a madrugar y uno jovencillo se le pegan las cobijas con frecuencia. Y entonces había que aplicar los conocimientos que Manolo nos enseñaba en Educación Física, la caminata, trotar o correr. Había que ver aquellas calles llenas de adolescentes unos a paso rápido, otros trotando y los últimos corriendo. Porque si nos daban el dinero para el bus, Preferíamos economizarlo para gastarlo en el recreo grande, y poderse comprar una empanada con fresco.
El puente nos soluciona muchos problemas, pudimos ir más tranquilos sin pensar en la estación del año. Y luego nos construyeron unas gradas después del puente. Que nos acortaron el camino y las caídas sobre la tierra rojiza, que era puro barro de olla en la estación lluviosa. Ir a Liceo en la estación lluviosa era un calvario, aparte de las mojadas, el camino entre Sagrada y barrio Cuba, se convertía en un barrial, casi intransitable. El trecho más difícil era 300 metros, pero era sobre barro deslizante, una caída era fatal pues ese día no se podía ir a clases. Si sucedía el percance tenía uno que devolverse a la casa.
Este camino nos heredó a muchos la mala costumbre, de no limpiar los zapatos, y es que no tenía sentido hacerlo, si al entrar al fango quedaban de color café. Yo aprendí los buenos hábitos de un compañero el Macho Acuña, quien se limpiaba los zapatos con el roció que guardaba la hierba. Los de Sagrada nunca llevábamos los zapatos limpios, salvo las mujeres siempre vanidosas o los muy aseados que siempre eran la minoría, el resto usamos el método Acuña.
También había quienes exageraban y se ponían plásticos para cubrir los zapatos. Y los extremadamente precavidos que tenían el ingenio de llevar unos zapatos para atravesar el lodazal,
Pero la mayoría nos la jugábamos con los únicos zapatos que nos servían para todo, hasta para jugar mejenga en los recreos.
Conforme iban pasando los años como que la levantada a las 7 AM. se hacia más difícil, y era mejor quedarse unos minutos en la cama. Luego salía uno con un pedazo de pan en la mano y en un solemne carrerón hacia las gradas, que las saltaba de tres en tres, al puente a veces las faltaban tablas en el piso y esto lo hacía a uno ir más rápido, y luego se cortaba camino por el aserradero Vargas y ya el último trayecto el impulso final, porque ya estaba a la vista el edificio del Liceo.
Fueron años muy agradables, llegaba uno hediondo a zoncho. Ahora pienso que pobres los pofres, tener que soportar a esos chiquillos con tan malos hábitos. Pero entre el sudor de las carreras por llegar al liceo y luego las carreras de los recreos pasábamos en plena transpiración. Por eso los hombres en su mayoría éramos flaquillos y esmirriados. Siempre había excepciones, más fuertes o más altos, Y esto se explicaba porque eran pocos hermanos o comían mejor.
Los que proveníamos de familias numerosas éramos esqueléticos. Si en la clase de Ciencias cuando se estudiaba el cuerpo humano, el profesor siempre pedía a un varón, era cuestión de pedirle que se levantará la camisa, Y tenía un esqueleto en vivo y a todo color.
Las mujeres como desarrollan más temprano que los varones, no nos paraban bola a los de la misma edad. Agreguemos la deficiente presentación personal, así que no teníamos méritos para que las chicas se fijaran en nosotros. Además que las mujeres despiertan en general más temprano al amor, pero no le gustan los muchachos de su edad, sino los de clases superiores.
De todas formas ni cuando estuve en quinto año ninguna se fijó en mí. Particularmente esta situación siempre me tuvo sin cuidado, seguro que alguna que otra diva me atrajo, porque había mujeres muy bellas pero como no me daban bola, yo seguí mi vida entre las carreras y los libros.
Cuando me di cuenta ya estaba haciendo el bachillerato y el examen de admisión de la universidad, que por cierto es la prueba más idiota a que se puede someter alguien. Tuve la suerte de no entenderla y por eso la gané, y pude entrar a aquella prestigiosa casa de estudios. Y mejor que fue así por que en aquella época, era el único centro de estudios universitarios del país.
Además con la preparación que traía del Liceo del Sur, nunca tuve problemas para graduarme como profesor. Por eso siempre he dicho que el Liceo del Sur era en esa época una institución de educación superior. Su planilla de profesores estuvo plagada de jóvenes intelectuales que eran profesores del Liceo del Sur y de la universidad y no fue casual don Claudio Sánchez lo quiso así.
De manera que si uno lograba salir de quinto año, el ingreso a la Universidad de Costa Rica estaba asegurado y luego se sentía de nuevo con en el Liceo del Sur. Siempre he pensado que el Liceo del Sur era una sucursal de la universidad. era una estación de pasó forzoso, para llegar Universidad de Costa Rica.
Como tuve la suerte de cursar estudios en el Alma Mater, me encontré a gran cantidad de mis profesores del Liceo del Sur, Clara Di Luca, Clotilde Obregón, Leyla López, Moisés Befeler, Lidia Somarribas, Germán Leandro y otros más
Y ya dentro de la educación universitaria uno valoraba la valentía, coraje y honradez de Don Claudio Sánchez ,
con todo y su carácter fuerte que supo rodearse de lo mejor, porque sólo los valientes cultivan el gusto por el saber y la competencia de la inteligencia.
Y a don Carlos Salazar Cordero, nuestro querido profesor de Español, que me disculpe, por no mencionarlo antes, es que usted merece una nota especial. Y recuerde que siempre me ponía arriba en los exámenes pésima: letra, ortografía, redacción y presentación. Pero no se preocupe como soy tan carebarro, nunca me traumatizó. Y hasta he escrito libros que como no lo he vuelto a ver, he tenido que buscar otros correctores de estilo.
Además seguro se enojaría por que no he no seguido sus consejos, de escribir como el maestro Azorín, sujeto verbo y complemento. Don Carlos le pido un favor que no gestione que me supriman la licencia para enseñar por no saber escribir, hoy día eso es frecuente entre los especialistas. No fue culpa suya, usted nos enseño lo que teníamos que hacer.
Pero el corazón tiene razones que la razón no entiende. Seguro que me he saltado muchas reglas gramaticales. Y si por una casualidad de la vida este escrito llegará a sus manos, no me devuelva rayado con rojo ya soy un viejo incorregible
Don Carlos, solo una aclaración no piense que soy un bárbaro especialista, de usted aprendí el gusto por un buen libro, a expresarme por escrito, claro no como usted desearía. Pero a usted lo recuerdo muy particularmente por su gusto por los tangos, aquellos que usted siempre tatareaba cuando iba caminando. A propósito de tangos sólo Gardel se le ocurrió decir: que veinte años nos es nada, no nos ve como estamos. No Don Carlos, si el tiempo no sólo pasa, sino que hasta se marca en todo el cuerpo.
Si ya lo sé don Carlos usted hubiera preferido que Alfonso Chase, escribiera estas notas, en eso estamos de acuerdo, él se hizo escritor profesional y como también fue su alumno y siguió además sus consejos lo que le valió que le otorgaron con todo mérito el flamante premio de Cultura Costarricense Magón.
Pero que Alfonso haya recibido el premio a todos nos enorgullece y yo creo que don Claudio movió sus influencias desde arriba, recuerde que ya los grandes de las letras nacionales se fueron de paseo y como eran amigos de don Claudio, movieron sus influencias desde arriba.
Además seguro que don Claudio quería cerrar el milenio, con un acto memorable para todos y que su lema trascendiera el Liceo del Sur. Así su lema “ Por un ciudadano mejor ” cobraría más vigencia. Y no me regañe talvez Alfonso Chase escriba una novela sobre sus vivencias en el Liceo del Sur, y yo sólo lo esté provocando.
Además no olvide que siempre hice las cosas a mi manera, y que siempre entraba por las ventanas a la clase. Pero es que usted no sabía que yo era de Sagrada Familia, ahí las puertas son para adornar las casas, ustedes los heredianos les dan el uso correcto.
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¡¡¡¡ Está Exelente !!!!! Cualquier parecido con algun@s de nosotros es mera coincidencia....Don Guillermo, de veras que me ha hecho Añorar a mi querido Liceo del Sur. Espero no se moleste si comparto esta publicación tan especial con mis ex compañeros del Liceo que algunos eran de Sagrada,Cristo Rey, Santa Lucía,Bo los Ángeles... Muchísimas gracias....
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